domingo, 10 de abril de 2011

Sobre los orígenes de la leyenda negra


Estoy leyendo, o mejor estudiando, el libro de Carmen Iglesias No siempre lo peor es cierto (Círculo de Lectores, 2008), y aunque aún no he llegado ni a su quinta parte, se que va a convertirse en uno de esos textos de cabecera al que continuamente acudiré gozoso. Además, con sus más de ciento cincuenta páginas de Notas y Bibliografía supone todo un repertorio de referencias a libros históricos esenciales; quien los tuviera y, sobre todo, quien tuviera tiempo para digerirlos convenientemente.  
 
El primer capítulo ESPAÑA DESDE FUERA, es un recorrido sobre la visión que desde otros países y en diferente épocas se tiene de nosotros, referida de manera especial a la archiconocida leyenda negra, esa que para Julián Marías “consiste en que, partiendo de un punto concreto –supongamos que cierto- (pero no siempre, añado yo), se extiende la condenación y la descalificación a todo el país a lo largo de toda su historia, incluida la futura. Esto es lo que se inicia para España desde el siglo XVI y se condena en el XVII y adquiere nuevo ímpetu a lo largo de todo el XVIII y reverdece con cualquier pretexto, sin prescribir jamás”. No prescribe nunca efectivamente, y lo peor es que los propios españoles la hemos interiorizado tanto, la hemos hecho tan nuestra, que parece como una pesada piedra que continuamente tengamos que arrastrar. Los comentarios que solemos oír y decir nosotros mismos en estos tiempos de crisis, los continuos y aburridos discursos que fundamentalmente desde sectores nacionalistas se hacen, o incluso el contenido de algunos artículos que ahora mismo están apareciendo en prensa con motivo del aniversario de la proclamación de la II República, están llenos de referencia que nos llevan a esta visión pesimista, trágica, negra en fin, de nuestro modo de ser. Certero como siempre, según recoge la autora, el hispanista John Elliott apunta que “con frecuencia los españoles esperan siempre lo peor y tienden a desvalorizar su propia historia”.   
   
Según Sverker Arnoldsson en su La leyenda negra. Estudios sobre sus orígenes,  el inicio de estas opiniones adversas sobre España hay que buscarlas en Italia y ni más ni menos a partir de 1282, año en que Pedro III de Aragón conquista Sicilia, y después, en los siglos XIV y XV cuando Alfonso V se hace con Nápoles. Es interesante que, aunque los protagonistas en estos momentos de dichas conquistas son aragoneses y catalanes, las referencias se hacen hacia toda España porque normalmente desde fuera siempre se nos ha visto como una unidad (pág. 51). Esto no es nuevo, después la imagen que de todos los españoles se tendrá desde el extranjero vendrá de Andalucía, con sus castañuelas y sus cantes, pero en fin…, sobresale en esta época la opinión de Petrarca, para quien los soldados españoles son una “Vil estirpe de mercenarios y traidores” (pág. 56). Será pues desde aquella Italia dividida pero con un fuerte sentimiento de superioridad cultural, donde se empiece a fraguar la imagen de avaros y traidores sin escrúpulos referida a los comerciantes catalanes, o de valientes pero crueles con que se ve a los soldados aragoneses y que de forma inmediata se generaliza a la totalidad de los españoles, cualquiera que sea su oficio y su origen, a lo pronto se unirá la injuria de “marranos”, en alusión al origen moro o judío de los hispanos. Con la unión de los reinos bajo la soberanía de los Reyes Católicos, el centro de poder se desplazará paulatinamente hacia Castilla, pero estos estereotipos no solamente siguen sino que irán nutriéndose de nuevos contenidos, fundamentalmente tras el descubrimiento y colonización de América o las guerras de religión en Flandes, en que nuevos motivos comerciales nos enfrentarán a las potencias emergentes de Holanda, Inglaterra o Francia. Será precisamente esta última, con su notable influencia en la cultura europea, quien profundizará definitivamente en esa imagen negativa de la mano de los Ilustrados y fundamentalmente en dos nuevas vertientes: la Inquisición y la decadencia.

Pero como se ha dicho, quizás el mayor mal a partir de esta leyenda negra nos lo hemos hecho a lo largo del tiempo nosotros mismos. Como dice Domínguez Ortiz “Difícil será encontrar otro pueblo que haya acogido con la fruición del español la deformación extranjeriza de su historia” (La sociedad española en el siglo XVIII. 1955).   

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