jueves, 4 de diciembre de 2014

El "problema" de España XI


          El dramaturgo Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), ilustrado testigo de acontecimientos tan trascendentales como el final del Antiguo Régimen, la guerra de la Independencia o el desastroso reinado de Fernando VII, mostró siempre una preocupación especial por la cultura y el trabajo. Admirador e incansable viajero por Europa, desde allí examinó en ocasiones, para añorarla o para criticarla, la vida en España.

          En sus Obras Póstumas leemos:

“¡No es desgracia nuestra que cuanto se hace, dirigido a la utilidad pública, si uno lo emprende viene otro al instante que lo abandona y lo destruye! ¿Cuándo se educará la nación? ¿Cuándo se generalizarán las ideas de economía política, y convendrán los que gobiernan en no abandonar jamás lo que es urgente, lo que es conocidamente útil, y cesará el empeño funesto que los agita, de aniquilar y deshacer lo que sus predecesores fomentaron?”


          No sabéis como me suena todo esto, ….

domingo, 16 de noviembre de 2014

Entre la originalidad y la coincidencia

     "La civilización española posee indiscutiblemente su originalidad y su singularidad, pero ¿es radicalmente ajena a los grandes movimientos que caracterizan al Occidente europeo? No hay ningún motivo serio para pensarlo.
.../...
     Uno tiene a veces la impresión de que son los mismos españoles los que han contribuido a difundir la leyenda negra, al insistir con excesivo masoquismo sobre determinados aspectos del pasado de su patria: la expulsión de los judíos y de los moriscos, la Inquisición, la violencia en la conquista de América... Cada nación tiene en su historia sus páginas negras, pero, en general, se las considera como acontecimientos que pertenecen a un pasado histórico que no tienen por qué empañar definitivamente la imagen de la nación."

Joseph Pérez. Historia de España

viernes, 14 de noviembre de 2014

Sobre la inmortalidad...?

          "Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal."

El Aleph. Jorge Luis Borges

domingo, 9 de noviembre de 2014

9 de noviembre

          Hoy hemos podido refrescar las imágenes de aquella noche berlinesa. Creo que era el Ministro del Interior de la República Democrática de Alemania quien anunciaba primero que no se reprimiría el paso de disidentes hacia la parte Federal; a partir de ahí, miles de alemanes de ambos lados se encontraron ante el dramático Muro de la Vergüenza, como lo había calificado Willy Brandt siendo alcalde de Berlín, unos para saltarlo, otros para darles la bienvenida y al final todos para derribarlo. Picos, martillos, palas, todo valía en una tarea que significaba pasar de la desolación, de la represión, del comunismo en su peor versión, a la libertad.

          La caída del muro de Berlín hace hoy justo veinticinco años supuso la señal más plástica del derrumbe de los regímenes comunistas en Europa, el final de una silente pero trágica guerra fría iniciada tras los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial. Todos pensábamos en aquel momento que nada sería igual en el futuro, que por fin Europa en particular y el mundo en general habrían aprendido la dolorosa lección de la que durante décadas fueron tristes protagonistas. Durante estos veinticinco años la Europa democrática se ha hecho más grande, nuevos países, entre ellos España, se han unido a un club en el que a cambio de soberanía, se garantizaba un futuro lleno de prosperidad, de paz y de libertades. Hoy, por desgracia, el panorama que se atisba en el medio plazo es distinto. La guerra de los Balcanes primero, el actual conflicto en Ucrania, la ascendente tensión entre Rusia y el resto de países europeos, los desequilibrios aparecidos durante la crisis económica y el incremento de los sentimientos nacionalistas, así como los nuevos populismos de diferente vitola, deben ser un motivo de preocupación y reflexión para todos los europeos.

          El azar (no creo que estuviese planificado) ha querido que el aniversario de la caída del Muro de Berlín haya coincidido con el simulacro de referéndum promovido por los partidos independentistas en Cataluña, en lo que desde mi punto de vista es el mayor órdago nunca lanzado contra la unidad del Estado y la paz en Europa, dado el efecto contagio que puede tener. Curiosa coincidencia, el valor simbólico del derrumbe de fronteras con el deseo ultramontano del levantamiento de otras nuevas. Ya nos hemos referido a que la primera batalla que se gana o que se pierde es siempre la de las palabras, y hay que reconocer que dando por bueno el “derecho a decidir de un pueblo”, unos han ganado mucho y otros, en la misma proporción, han sido en ese punto derrotados.

          Se quiera vestir como se quiera, aceptar que unos pueden decidir sobre algo que es de todos, significa consentir que la mayoría no tiene derecho a opinar sobre algo que le pertenece, y que ese derecho se pierde a favor de una minoría, quizás más organizada, acaso más vociferante, pero en cualquier caso, minoría. En otras palabras y ya está bien de buenismos estúpidos: cada vez que los nacionalistas catalanes apelan a su derecho a decidir sobre la unidad de España, con las consecuencias históricas, sociales, culturales, económicas, etc., que eso supone, nos están robando al resto de los españoles ese mismo derecho, nos están despojando de la más importante cualidad de ciudadanía que es la igualdad democrática, nos están convirtiendo en ciudadanos de segunda, inferiores en derechos y superiores en obligaciones, no están, digámoslo de una vez, insultando, menospreciando y ofendiendo, porque su reclamación de un derecho supone simple y llanamente la obligada renuncia de ese mismo derecho por parte del resto.   

           Pero la gran pregunta en estos momentos es que hacer. Los errores cometidos ya los sabemos todos: el inicial activismo social y político de una minoría nacionalista frente a la actitud “vaga” del resto; la debilidad tradicional de la idea de España sobre todo en amplios sectores de la izquierda política que, al contrario de lo ocurrido hasta prácticamente la guerra civil, ligaba la idea de lo español con lo fascista; el sistema electoral favorable a las minorías nacionalistas en detrimento de los partidos con vocación nacional; el permanente chantajeo y la imperdonable dejación de los partidos mayoritarios, PP y PSOE, que año tras año negociaban el apoyo puntual de sus iniciativas parlamentarias a cambio de nuevas trasferencias de carácter permanente; la renuncia más absoluta e incomprensible de esos mismos partidos a favor del gobierno autonómico catalán en el ejercicio de todas las competencias de educación, los medios de comunicación, etc.; la permisividad ante el reiterado incumplimiento por parte del gobierno autonómico de las leyes y las sentencias judiciales en temas como la lengua y la libertad en su uso; la construcción de las principales vías de comunicación de España con el resto de Europa, por carretera o ferroviarias, de las grandes conexiones eléctricas o gasísticas y tantas otras infraestructuras siempre a través de Cataluña o del País Vasco, sin acometer un gran corredor aragonés, al albur de las presiones de los políticos nacionalistas que sabían del poder que así lograban; en definitiva, la permanente abdicación, la más absoluta falta de respuesta del Estado, en su estamento político pero también en el social, ante la iniciativa constante, persistente y eficaz de las élites políticas nacionalistas.


          Sinceramente creo que, a no ser que España en su conjunto y principalmente sus representantes políticos, opte por la aceptación de una derrota en su versión más cobarde, el “choque de trenes” está servido. Mañana los sectores soberanistas que han impulsado la pseudoconsulta, aunque ésta carezca de las mínimas garantías democráticas, se mostrarán en estado de éxtasis ante su éxito; el Presidente del Gobierno seguirá con su tradicional calma chicha, minimizando los efectos de dichos resultados; el secretario general del PSOE continuará con sus apelaciones al federalismo y la reforma de la Constitución, sin querer entender que los independentistas ya no están es eso. A corto plazo no veo solución que no sea traumática para todos, aunque no me atrevo a puntuar en qué grado. A largo plazo, y coincidiendo con la idea de Spengler de que la nación está fundada sobre una idea, creo que hay mucho trabajo por delante, de generaciones, para intentar unir cabos, para que la idea de lo español incluya también a los catalanes, como a los vascos o los valencianos (ojo con las futuras presiones que nos vienen encima con lo de els països catalans). El Estado deberá ser fuerte y los grandes partidos tendrán que estar dispuestos a pactar entre ellos para no permitir más cesiones de soberanía y en la medida que se pueda, recuperar las que se le han hurtado. No son permisibles más acomplejamientos, más miedos, más palabras sin contenido. Hará falta inteligencia y capacidad de diálogo, pero sabiendo a las claras a quien se tiene enfrente y cuáles son sus propósitos.            

domingo, 2 de noviembre de 2014

Libros, historias y referencias

Han caído en mis manos en la últimas semanas varios libros de historia de distinto pelaje pero siempre interesantes. El primero es Reyes Forales Medievales del Reino de Valencia, de José Vicente Gómez Bayarri. Bayarri es Catedrático de Historia y miembro de la Real Academia de Cultura Valenciana. A lo largo de más de trescientas páginas nos detalla las semblanzas personales, los conflictos de política y armas, las principales decisiones de las Cortes Valencianas, las distintas emisiones de monedas, etc., de los reyes que ocuparon tal magistratura desde la creación del Reino por Jaume I, hasta la unión de las Coronas de Aragón y Castilla en las personas de Fernando e Isabel respectivamente. Se trata de un libro descriptivo, cronológico y repleto de datos, bueno para entender el cuando y el como, pero corto en lo que se refiere al porqué. Adecuado para quien desee una primera aproximación a nuestra historia medieval, a partir de la cual profundizar en las razones de los distintos comportamientos.

El segundo es La Corona de Aragón. Manipulación, mito e historia, obra del también Catedrático y prolífico escritor José Luis Corral, tiene además la virtud de ofrecer una óptica “aragonesa” del periodo histórico que trata: Corral nació en la zaragozana Daroca e imparte clases en su Universidad. Como el autor afirma en la primera línea de la Introducción, se trata de un libro de Historia y por ello no obvia ni fechas ni hechos, pero incide de manera acertada en la amplia mitología y exageradas tergiversaciones se han escrito sobre la Corona de Aragón, principalmente desde los antiguos Condados Catalanes, en su ansia por justificar opciones que no son más que políticas. Un simple repaso al índice y sus anexos nos deja claras las intenciones de la obra: “La falsificación de la historia de la Corona de Aragón”, “¿Qué fue la Corona de Aragón?”, “Las intitulaciones de los reyes de Aragón y soberanos de la Corona de Aragón”, etc., exponiendo con meridiana claridad que la misma “No constituye ninguna “federación”, ni “confederación” de Estados”, y que “Los Estados que integran la Corona de Aragón mantienen sus propias leyes (Fueros de Aragón, Usatges en Cataluña o Furs en Valencia) y sus instituciones, pero bajo un mismo soberano”; una Corona en fin, que “se sostiene en sus soberanos y en la continuidad de su linaje”, y que desaparecerá precisamente cuando con la muerte sin descendencia de Carlos II el Hechizado, se acabe dicho linaje y la Corona de Aragón junto al resto de Coronas hispánicas, entre en una cruenta y larga guerra civil de la que a fin saldrá victorioso el Borbón Felipe V, precisamente el mismo al que Carlos II había nombrado heredero en su testamento de 3 de octubre de 1700. Un libro altamente recomendable y más ahora, con la cantidad de historietas que algunos nos cuentan.   

El tercero de los libros es Historia de la nación y del nacionalismo español, obra magna de más de mil quinientas páginas, dirigida por Antonio Morales Moya, Juan Pablo Fusi Aizpurúa y Andrés de Blas Guerrero, y en la que participan un total de cuarenta y ocho autores, especialistas en las distintas áreas que se estudian. Se trata de una obra de lectura y relecturas permanentes porque va a ser muy difícil a partir de su aparición hablar de los orígenes mitológicos de España, de su extensa Edad Media o las Crónicas medievales, de la “ideología” de la época imperial, o la del romanticismo, o de las distintas corrientes culturales por poner unos ejemplos, sin acudir a ella ni considerar las referencias que ofrece. Fruto como queda dicho del trabajo de muchos autores, podría parecer en principio contradictoria en sí misma puesto que llega a ofrecer versiones distintas de unos mismos hechos, pero es ahí precisamente donde está su valor, en que lejos de contradecirse se complementa con la riqueza de la discrepancia haciendo buena quizás aquella arriesgada cita de Paul Valéry de que la historia justifica lo que se desea, no enseñando nada porque lo contiene todo y da ejemplo de todo. Libro apropiado para quien se acerque a la historia con ánimo de aprendizaje del que se pase a una reflexión profunda sobre aquello que somos y del porqué lo somos.

El cuarto libro es Historia mínima de España, de Juan Pablo Fusi Aizpurúa. Fusi forma parte de ese grupo de historiadores, junto con Antonio Domínguez, Santos Juliá, Vicens Vives, García de Cortázar, José Carlos Mainer, García Cárcel, Carmen Iglesias, Fontana y algunos otros, que han sabido unir al estudio e investigación de la historia, la difusión popular de la misma, sacándola de las selectas aulas universitarias para hacerla comprensible al lector simplemente interesado. Es posible que sea un atrevimiento por mi parte afirmar esto, pero creo que son quienes mejor han sabido coger el testigo modernizador de nuestra historiografía, iniciado por los grandes hispanistas ingleses y franceses como Joseph Pérez, Hugh Thomas, Elliott, Bonassie, etc., superando las primeras interpretaciones de los Sanchez Albornoz, Pidal, Castro o Madariaga, por poner algunos ejemplos. En esa línea el libro de Fusi es un extraordinario compendio, en trescientas páginas, de la historia de España desde su prehistoria hasta la actual época democrática. Necesariamente debe ser un libro de resúmenes e interpretaciones generales pero precisamente por eso es tan valioso para quien desee tener un mínimo conocimiento histórico de su nación. El texto se estructura en seis grandes bloques temáticos: La formación de Hispania, La España Medieval, La España Imperial, El siglo XVIII español: el fin del Antiguo Régimen, España 1808-1939: la debilidad del estado nacional y De la dictadura a la democracia. Sin menoscabo de que pueda cada cual matizar alguna de esas interpretaciones, es un libro absolutamente recomendable. Si quien esto escribe tuviese alguna influencia en el Ministerio de Educación (y en los diecisiete ministeritos autonómicos), propondría que no acabase ningún estudiante sus estudios de enseñanza media, cualquiera que fuese la rama, sin haber estudiado este libro.        

jueves, 23 de octubre de 2014

El debate catalán (32)

Hui ens fem ressò d'un nou informe econòmic en què es recullen les conseqüències d'una hipotètica independència de Catalunya. Molt interesant.

Informe de Societat Civil Catalana


sábado, 11 de octubre de 2014

12 d'octubre

Demá es 12 d'octubre, Dia Nacional d'Espanya. No vorem concentracions multitudinàries per commemorar fets històrics ni grans projectes de futur, no escoltarem als intel·lectual, sempre tan "prudents" en aquestos assumptes, ni als grans empresaris, ni a persones d'especial rellevància social, reflexionar al voltant del fet nacional, potser alguns actes institucionals acartonats sols interromputs per la vehemència o la impotència d'algun espectador.

A l'espera de dies millors, ens quedem amb alguna reflexió que ve d'un francés, que coses. Es tracta d'Ernest Renan i la pronuncià en una conferencia  a la Universitat de la Sorbona, allà per l'any 1882:

“l'home no és esclau ni de la raça, ni de la seua llengua, ni de la seua religió, ni del curs dels rius, ni de la direcció de les cadenes muntanyoses. Una gran agregació d'hòmens, sana d'esperit i càlida de cor, crea una consciència moral que s'anomena nació. Mentres eixa consciència moral demostre tindre força pels sacrificis que exigix l'abdicació de l'individu en benefici de la comunitat, la nació serà legítima, tindrà dret a existir”.

martes, 7 de octubre de 2014

El debate catalán (31)

Hoy traemos un buen artículo de José Oneto. Se acerca el 9 de noviembre y con él, cada vez los presagios son más tenebrosos.

Al hilo del artículo del Financial Times pienso en el tremendo egoísmo del nacionalismo catalán: tras el mitificado 1714, Cataluña alcanzó su gran desarrollo económico gracias a las medidas "unificadoras" implantadas por la nueva dinastía de los Borbones; con la implantación de barreras arancelarias impulsadas siempre por políticos catalanes, se protegió extraordinariamente la industria textil catalana, perjudicándose la producción lanera del resto de España; incluso con las dictaduras de Primo de Rivera y Franco Cataluña se vio favorecida por un trato de favor en cuanto a las inversiones públicas se trataba. La aportación de trabajadores de Andalucía, Extremadura y Castilla hizo el resto desequilibrando definitivamente el desarrollo económico peninsular. En estos momentos, de no ser por el respaldo del Estado, Cataluña sería incapaz de financiar su tremendo déficit, el mayor de todas las autonomías.

El pago a todo ello impulsado por el nacionalismo es el contínuo menosprecio, el victimismo insultante que presenta a las zonas más pobres como verdugos de una zona rica como es Cataluña y al final, una creciente desconfianza de los inversores hacia todo el Estado, un peso insoportable que lastra cualquier signo de recuperación.

En algún momento deberemos dejar de estar a la defensiva y decir las cosas claras, exigir no solo respeto a la ley, que también, sino un trato más justo hacia el resto de España, alzar la voz contra un sistema educativo falseador y perverso que ha sembrado odio valiéndose de las libertades conseguidas desde la Transición, dejar claro que el resto de los españoles también tenemos derecho a opinar y votar sobre la ruptura de nuestro Estado, y que nadie, por muchas banderas y por muchos gritos que lancen, tiene el derecho a privarnos de ello: no por ser nacionalistas son más que el resto.

Si el choque de trenes se produce porque los dirigentes nacionalistas parece que no desean otra cosa, ojalá nos coja a todos con fuerzas suficientes. Arrugarse en estos momentos sería imperdonable.

Financial Times anuncia una crisis devastadora      

domingo, 21 de septiembre de 2014

LAS CIUDADES Y LOS ESCRITORES, de Fernando Savater.

     La relación de los creadores con los lugares donde han nacido o vivido siempre suele ser fructífera; ejemplos como Woody Allen con Manhattan o el Greco con Toledo son pruebas de ello que además hacen patente que se trata de una cualidad intemporal y multidisciplinaria. Con los escritores sucede lo mismo, y de algunos de ellos nos habla Fernando Savater en su ensayo Las ciudades y los escritores (Debate, 2013).
     
     Comienza con Franz Kafka y su Praga a caballo entre los siglos XIX y XX: la ventana de su vivienda, el padecimiento de los judíos en Centroeuropa, la propia configuración de la ciudad, etc., son relacionados con aspectos centrales de su obra. Posiblemente es el mejor capítulo de la obra de Savater. A éste le siguen Borges y Buenos Aires, con acertados comentarios a cerca de su escritura fantástica, su creadora ceguera y las estériles polémicas por los comentarios políticos del argentino; Chile y Neruda, hedonista y bon vivant, cuyo compromiso político ensombrece posiblemente la calidad de su obra; Londres y Virginia Woolf, feminista, ávida lectora desde la infancia, atormentada y suicida; Lisboa y el Fernando Pessoa de las múltiples personalidades; la renacentista Florencia de un Dante Alighieri “padre de Europa” y residente en el infierno dantesco del castillo Malaspina; el País Vasco y Pío Baroja, individualista, inconformista y contradictorio, sobre el que Savater no acaba de relacionar con el medio; México y Octavio Paz, trasunto de la tradición de la modernidad; Stevenson y Edimburgo con su antagónico de los mares del sur; el Madrid de Lope y Quevedo, poco explotado por el autor quizás porque la ciudad tampoco ha sabido recrearse en tan extraordinario siglo de oro; Paris y los existencialistas, vanguardias y cementerio de Montparnasse compartidos por Sartre, Simone de Beauvoir y Camus; Chateaubriand y la Bretaña, romanticismo e inconformidad sin motivo cierto; y Dublín y Yeats, vientos celtas que arrastran unas nubes en las que el irlandés busca su destino.        

     Si tuviésemos que  sacar un denominador común al libro quizás sería la notable influencia que siempre tiene la infancia-ciudad de cada uno de los autores con su posterior obra literaria, corroborando la idea de que entre las páginas escritas por cualquier autor siempre suelen esconderse pasajes autobiográficos. También la permanente incomodidad del poder reinante en cada uno de los territorios con sus escritores, que a la postre serán sus mejores publicistas, y otras que el lector debe obtener si cuenta con la suficiente paciencia.

     Como nota no tan acertada, y contrariamente a lo que cabría esperar a tenor de su título, creo que Savater no profundiza lo suficiente en la estricta relación de los autores con sus respectivas ciudades, sin duda hubiese podido extraer y detallar referencias más concretas entre unas y otras, oportunidad lamentablemente perdida.

     Con todo, un buen libro de exquisita redacción, como no puede ser menos viniendo de quien viene, recomendable para valorar aún más si cabe el valor humano de la literatura.   

martes, 16 de septiembre de 2014

La Corona de Aragón


     "Los diversos Estados que configuran la Corona de Aragón carecen de organización política común; no existe un organismo que coordine las políticas territoriales. Tampoco comparten una hacienda común; cada uno de los territorios organiza su sistema fiscal de manera autónoma, recaudando impuestos y distribuyendo gastos sin tener en cuenta a los demás. Ni siquiera funciona una "unidad de mercado". Ni tampoco unas leyes comunes ni un aparato legislativo supranacional. Aragón, Valencia y el condado de Barcelona (luego Cataluña) disponen de sus propios órganos legislativos, las Cortes privativas de cada territorio, en las que se debaten los asuntos internos de cada Estado de manera autónoma e independiente".

     "Solo la monarquía los une y, por ser una prerrogativa real, la política exterior, es decir, todo lo concerniente a las alianzas, guerras y tratados con los dominios de otros soberanos". 

José Luis Corral
Catedrático de Historia Medieval


martes, 26 de agosto de 2014

LA METAMORFOSIS, de Franz Kafka

“Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto.  Se hallaba echado sobre el duro caparazón de su espalda, y, al alzar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades,… -¿Qué me ha sucedido?”. Si alguien escribiera éste párrafo hoy, podría tratarse de algún autor de literatura fantástica, tipo Crónicas de Narnia o así, pero sin duda estas poco más de ochenta páginas del relato de Kafka superan con creces esa calificación.   

Con asombrosa normalidad el relato nos presenta a un joven, un “viajante” de comercio, que un día cualquiera despierta convertido en una cucaracha de aspecto asqueroso, y es precisamente esa normalidad lo que se convierte en intranquilidad para el lector, ¿estamos ante una descripción “real” y es el sueño de alguien que cree estar despierto cuando simplemente se encuentra en estado somnoliente?

Pasada la cuestión inicial que nunca llegaremos a descifrar con claridad, no encontramos en un punto de partida absurdo que contrariamente a lo que podríamos prever nos conduce por un camino de sentido común en el que descubrimos que la auténtica transformación no es la del personaje principal, el inocente comerciante que ahora todos repudian, sino la de aquellos que le rodean: una familia pequeñoburguesa venida a menos que sobrevive del trabajo de Gregorio, y que acabará deseando deshacerse de su hijo y hermano que, muerto al fin por inanición, “¡ha reventado!” en palabras de la criada, “salieron los tres juntos, cosa que no había ocurrido desde hacía meses, y tomaron el tranvía para ir a respirar el aire libre de las afueras”.

Es cierto que las características principales de cualquier autor vienen en ocasiones determinadas por los estereotipos que con posterioridad construyen los críticos, y que eso en buena medida condiciona la opinión de quienes somos simples lectores, y lo es desde luego que lo kafkiano es uno de los grades paradigmas de ese proceso formativo de opinión, pero sin lugar a dudas la inquietud, la intranquilidad, el remordimiento incluso que genera la lectura de ésta pequeña novela, que tan irremediablemente enlaza esa normalidad de la que hemos hablado a una situación objetivamente imposible, absurda, supera cualquier juicio preconcebido.    

Como de todas las grandes obras, de La Metamorfosis podemos obtener valiosas recetas de conducta, interesantes aldabonazos morales que despierten las dormidas conciencias de lo cotidiano, pero esa es una tarea que ha de tomarse cada lector, si quiere. 

jueves, 21 de agosto de 2014

El debate catalán (30)

Hacía dias que no traíamos noticias sobre el dichoso debate, ahí van algunas cosas interesantes:

Un buen artículo de Jordi Carrillo sobre los paralelismos de Cataluñae Italia en cuanto al proceso soberanista,

Volveremos a luchar, a sufrir, y a hacer el ridículo.

Toni Bolaño se atreve a ver el final de la consulta,

La "boutade"

Oneto sobre la consulta y el inesperado caso Pujol

Artur Mas, la batalla de Talamanca y la condena de FT

domingo, 27 de julio de 2014

La vida, ese instante...

      "Existo sin saberlo y moriré sin quererlo. Soy el intervalo entre lo que soy y lo que no soy, entre el sueño y lo que la vida ha hecho de mí, la medida abstracta y carnal entre cosas que no son nada, siendo yo también nada. Nubes... ¡Qué desasosiego si siento, que desconsuelo si pienso, qué inutilidad si quiero!"

Fernando Pessoa

miércoles, 16 de julio de 2014

Partes de guerra. Ed. de Ignacio Martínez Pisón


     Ya nos hemos referido a la prevención con que siempre conviene mirar al subgénero de la historia novelada. Efectivamente, no hay mejor manera de penetrar en el intramundo de una determinada época que a través de buenas novelas, pero si estas no tienen el nivel necesario, también es la mejor manera de perder el hilo de los acontecimientos tal y como realmente ocurrieron. Si en vez de novelas hablamos de cuentos, lo mismo pero aún más peligroso, porque el cuento no es sino la descripción de un hecho de manera encapsulada, donde muchas palabras pueden faltar pero ninguna ha de sobrar, y esa una debe ser precisamente la justa, ni más ni menos.

     Digo todo esto para referirme al libro Partes de guerra, en edición y selección de Ignacio Martínez Pisón (RDA Libros, 2009), publicado como tantos otros al rebufo del setenta aniversario de la finalización del conflicto, que contiene un total de treinta y cinco cuentos sobre la guerra civil española, ordenados de manera cronológica no por la fecha en que fueron escritos sino por los acontecimientos a que se refieren, dentro de los casi tres años que duró aquella.  

     Es cierto que el nombre de los autores: Matute, Chaves Nogales, Aldecoa, Delibes, García Serrano, Manuel Rivas, etc., que firman sus respectivos relatos, debería ser garantía de calidad, aunque tras su lectura nos parezca que no necesariamente sea así en todos los casos, sin embargo en su conjunto sí que llega a ofrecer esa cualidad de penetración en los sentimientos de los personajes y en las más significativas características de los acontecimientos a que se refiere, y donde lo de menos es en cual de las dos zonas se sitúan, sino como sus protagonistas sintieron la llamada a la defensa de sus ideales, o el insoportable “castigo del hambre”, el miedo paralizante “por la prisión o el fusilamiento”, la angustia ante un encuentro desafortunado que intenta solventarse con un desesperado “¡Soy de los vuestros!”, o el desgarrador grito del niño hacia su idolatrado maestro súbitamente convertido en “traidor y criminal”.    

     El miedo, la desolación, el hambre, la traición, el odio,… ingredientes abundantes en cualquier guerra, aparecen en cada relato en boca de personajes anónimos, de los que no deciden nada pero lo sufren todo, logrando en muchos casos el íntimo mimetismo del lector que certifica de esa forma la calidad del texto
.

     En las guerras ya se sabe: “En el casco de la ciudad las bombas de los aviones hacen carne siempre. Cuando en una camilla llevan a una pobre muy despanzurrada o a un niño que ya no es más que un revoltijo de trapos y sangre, la muchedumbre de curiosos se siente estremecida por el horror”. En la medida en que los textos nos resulten prácticamente indiferentes o por el contrario consigan hacer brotar un principio de frio sudor en nuestras frentes, el autor habrá acertado, o no, en el uso de sus instrumentos literarios. En líneas generales, la elección de cuentos seleccionada por Pisón cumple el fin. 

domingo, 15 de junio de 2014

Derecho a decidir

     En referencia al libro de Ortega España Invertebrada, quien fuera posiblemente su mejor discípulo, el también filósofo Julián Marías, expone en España inteligible. Razón histórica de las Españas, dos aciertos de interpretación: “el primero, su visión de la formación de la sociedad española en sentido pleno, nacional, como un sistema de incorporaciones; el segundo, señalar como máximo peligro, contrario y siempre acechante, el particularismo”. Particularismo no significa diversificación: para que entre un grupo de objetos pueda darse la diversidad es premisa imprescindible la existencia del propio grupo. El término particularismo va más por el de individualismo, en el sentido de obrar sin atender a las normas comunes, a los parámetros de pensamiento, sentimiento y gobernanza que ese grupo se ha dado.

     El plural Españas o las referencias a las nacionalidades españolas, como en el siglo XIX comenzó  a denominarlas Pi i Margall, han hecho fortuna más allá de la historiografía nacional hasta el punto de ser recogidas por la propia Constitución del setenta y ocho al reconocer en su artículo segundo el derecho a la autonomía de las “nacionalidades y regiones”. Es normal que así sea, porque la historia de España no es sino la historia de la suma de los nuevos reinos que fueron forjándose en el periodo de la Reconquista, a lo largo de la Edad Media. Esa misma historia nos muestra en su vertiente política uniones pacíficas, conflictos, guerras de origen dinástico, victorias y derrotas mutuas, etc., y en las económicas, sociales o culturales, pues algo similar: proyectos comunes, flujos migratorios y de capitales, auges y declives, prosperidad y hambrunas, generaciones literarias nacionales junto con otras regionales,… en fin, lo normal en cualquier proceso de formación de un Estado como no en difícil comprobar si damos un vistazo a la historia comparada de Europa, porque, tengámoslo claro, nosotros no somos ninguna excepción ni padecemos ningún tipo de maldición bíblica que nos esté determinando desde el origen de los tiempos. En cualquier caso y siguiendo con Marías: “No se olvide que los reinos españoles se mezclan e interpretan de tal forma, que cualquier intento de separación tajante es una falsificación”.      

     En estas estamos cuando en una región, o nacionalidad, o autonomía, como queramos llamarle, básica en la configuración histórica de España como es Cataluña, está en pleno auge en medios nacionalistas la reclamación del “derecho a decidir”, en concreto, del derecho única y exclusivamente de los catalanes a decidir si quieren o no seguir perteneciendo a España, con todo lo que esto lleva consigo. En opinión de Fernando Savater , “El derecho a decidir que reclaman los nacionalistas es en realidad el derecho a exigir que los demás no intervengan en las decisiones sobre lo que consideran territorio exclusivamente propio…. Se pide decidir sobre si los catalanes quieren seguir siendo españoles, pero se prohíbe al resto de los españoles decidir sobre si quieren seguir siendo catalanes… como legítimamente lo son ahora”, al final lo que estamos discutiendo es si una parte del todo está suficientemente legitimada para romper ese conjunto sin que el resto pueda opinar.

     Cuando hablamos en éstos términos puede parecer que lo que se ventila son cuestiones inmateriales, etéreas, áreas únicamente de sentimientos o construcciones teóricas difícilmente interpretables, pero no es así, porque junto a éstas, que también, lo que tenemos delante son intereses concretos, y respecto a ellos, si los demás españoles tenemos o no capacidad de decisión en cuestiones que nos afectan muy directamente porque se refieren a las cosas de comer. Podríamos citar infinidad de ejemplos pero nos quedaremos solo con tres: el corredor mediterráneo, la red de trenes de alta velocidad y la red europea de gaseoductos, todas ellas diseñadas desde un punto de vista del conjunto de la Nación y que invariablemente circulan por territorio catalán y no, como podría haber sido posible, por tierras aragonesas. Suponiendo una hipotética consulta y decisión por parte de los catalanes en el sentido de independizarse de España formando un Estado separado, y teniendo en cuenta que ello conllevaría el establecimiento de restricciones al tráfico por su territorio y en cualquier caso dependencia a la voluntad de su gobierno, ¿no tenemos derecho los valencianos, murcianos o andaluces a opinar sobre algo que tan directamente afectaría a nuestra economía?, ¿en base a qué derecho constitucional o consuetudinario Cataluña puede limitar nuestra capacidad de decisión en asuntos que nos son vitales?, ¿por qué hemos de confiar nuestros intereses en los mismos que día sí día también, han estado enarbolando la insultante pancarta del “Espanya ens roba”?  

     La Europa actual es fruto de una profunda reflexión surgida sobre los rescoldos aún calientes de la Segunda Guerra Mundial: en demasiadas ocasiones las guerras y los conflictos entre las naciones europeas han asolado pueblos y haciendas; visto que la supremacía política de unas sobre las otras es temporal porque el final el ciclo vuelve a empezar atizado por el fantasma de los viejos agravios, cedamos de una vez por todas soberanía nacional a un nuevo ente común, la Europa política unida, de manera que las diferencias se resuelvan alrededor de una mesa en que todos opinen y cuyas decisiones a todos afecten. Se trataba de reconocer cada uno en su propia nación aquello que Ortega argumentaba para la suya: “España es el problema, Europa la solución”. Desde entonces, cada vez que una parte de ese todo ha perdido soberanía, ha sido por la trasferencia efectuada a la Europa unida y nunca al revés, el todo ha condicionado a la parte, nunca la parte al todo, convirtiéndose dicha estrategia en garantía de paz y prosperidad, más allá de los pesimismos puntuales que puedan darse.    


     Si diésemos por buena la petición del nacionalismo catalán sobre su particular “derecho a decidir”, estaríamos desandando el camino recorrido con tantísimo esfuerzo desde la década de los cuarenta, y abriendo unos frentes que tanto ha costado cerrar. Ese peculiar “derecho a decidir” no es, como intentan convencernos, una manifestación democrática, sino bien al contrario, una traición al sistema jurídico y político sobre los que se asienta la democracia europea. Reclamar ese privativo derecho de decidir de unos sobre los demás, en el justo momento en que a una parte le interese, y contraponiendo esa decisión a otras anteriores adoptadas democráticamente y que se han plasmado en todo un cuerpo jurídico, no es sino una pueril manera de intentar romper el sistema a través del más rampante de los populismos. 

domingo, 27 de abril de 2014

El hereje, de Miguel Delibes

No vamos muy desencaminados si decimos que El hereje, publicada en 1998, en una de las mejores novelas de Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010). Delibes es el prototipo, si se me permite la expresión, de escritor rural, en el sentido de indagador y descubridor del alma de las gentes de los pueblos, principalmente de su Castilla la Vieja (que rotunda y entrañable denominación). Títulos como La sombra del ciprés es alargada, Cinco horas con Mario con excelente recuerdo de Lola Herrera en el escenario, o Los Santos inocentes, son magníficas pruebas de ello.

Delibes utiliza una prosa cuidada con un continuo rescate del más rico vocabulario: sardón de quejido, acémilas, cogujadas, entrizar el rebaño, rijoso y putañero,…  auténticas joyas del diccionario con las que construye un texto realista y sobrio a través del que desmenuza el ser y el sentir de personajes corrientes capaces de alcanzar el hito del protagonismo.

En El hereje se recrea la historia del foco luterano descubierto en la década de 1550 en Valladolid y que acabará con el auto de fe celebrado en la plaza mayor de esa ciudad el día 21 de mayo de 1559, en el que algunos de los condenados por la Inquisición, entre ellos el propio protagonista de la novela, serán quemados vivos en la hoguera, aunque realmente esto solo se produjo en un caso. Recordemos que con la fijación en la puerta de la iglesia de Wittenberg de las noventa y seis tesis contra las indulgencias por parte de Lutero, se iniciaba un decisivo cisma en la Iglesia Católica y que en España, “martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de san Ignacio” en palabras de Menéndez Pelayo, se llega a capitalizar una Contrarreforma religiosa con el favor de Carlos V y su hijo Felipe II, y bajo la presión de una Inquisición que en aquel momento alcanza la cima de su intransigencia.

Miembros de la aristocracia y del clero como Agustín de Cazalla, capellán de la corte, Carlos de Seso o fray Domingo de Rojas, fueron algunos de los que formaron un conventículo que podría haber derivado en una secta organizada si no se hubiese llevado a cabo esta auténtica caza de herejes con la que se pretendía una acción ejemplarizante, y para la que el estamento inquisitorial logró amplios poderes de Roma.

Con estos personajes históricos y otros inventados son con los que Delibes nos muestra una minuciosa fotografía de la España de mediados del XVI y de sus tensiones religiosas y sociales, elevados asuntos que con su maestría deposita en la cotidianeidad de simples comerciantes, curas o pastores y labrantines del Páramo.     


martes, 15 de abril de 2014

Xavier Casp

Espere tornar prompte a unes sèries, com la de Casp, que estan aparcades, però hui hi ha una bona noticia que podeu llegir açí: 

La Opera Maror al Palau 



Opera valenciana







El debate catalán (26)

No hi ha pitjor sord que el que no vol sentir.

Diu la Generalitat Catalana:

Los asesores de Mas aseguran que la UE no aplicaria la ley.

Les contesta la UE:

http:/La Comision Europea ya ha advertido cuatro veces de forma oficial.

Algú a de pensar que total, una mentida mes... 

domingo, 6 de abril de 2014

Volver a los clásicos

          Hay autores, y libros, que siempre hay que tener a mano. Acuciados por las novedades de escritores contemporáneos y sobre todo por los superventas (best sellers para los ingleses) que las editoriales anuncian a bombo y platillo, podemos estar dejando en los anaqueles de nuestras bibliotecas o en los estantes de la sección de libros de bolsillo de las librerías, auténticas joyas que no nos podemos perder.

          Creo que en parte el mal nos viene desde el bachillerato: obligados a estudiar a Góngora, Quevedo, o a leer un interminable Quijote, una vez aprobados los exámenes parece como que aquello podemos olvidarlo. Nuestra mejor literatura se convierte así en una prueba más que hay que superar y una vez logrado, descansamos no volviendo a ella.

         Es una lástima que quizás la falta de un buen maestro no nos diese en su momento las cualidades suficientes para saborear los versos de Fuente Ovejuna, o la emocionada filosofía de las coplas de Manrique, o los lances heroico-amorosos del Tirant lo Blanc.


          Hay que volver a los clásicos, sumergirnos en el mundo realista de Galdós, atreverse de nuevo con una lectura plácida del famoso hidalgo de La Mancha, subirse a los líricos lomos de Platero, sentir en fin, el profundo placer de la lectura antigua. 

domingo, 30 de marzo de 2014

domingo, 23 de marzo de 2014

SUAREZ

La noticia del día, como no podía ser de otra manera, es la muerte de Adolfo Suarez. Las televisiones, las radios, los digitales, y mañana los periódicos de papel hablan y hablarán larga y tendidamente del personaje y de su época, de sus amigos, de sus adversarios, de las anécdotas y de las circunstancias vitales normalmente difíciles y tardíamente reconocidas por las que tuvo que transitar, etc.

No pretenden estas líneas apuntar reseñas biográficas que sobradamente podemos encontrar en los medios, pero sí compartir con vosotros un par de reflexiones al hilo de cosas que se han dicho en los especiales de ésta misma tarde.

Apuntaba la periodista Carmen Álvarez de Toledo, muy vinculada a Suarez en la época de la Transición, el triste efecto que le producía contemplar hoy loas y lagrimas de personas que en su momento le hicieron mucho daño. Bueno, como alguien le ha contestado, es lo que tenemos los españoles, llegada la hora del no retorno sabemos enterrar muy bien a nuestros muertos. No creo que sea pecado solamente nuestro, pero desde luego aquí campa a sus anchas.

La muerte del primer Presidente de nuestra democracia está sirviendo por otra parte para hablar de la Transición, así con mayúsculas, porque difícilmente hoy oiremos las consignas en su contra con las que cotidianamente nos saludan toda una caterva de cómodos pseudorevolucionarios que se lo encontraron todo hecho y ahora pretenden sentar cátedra sobre la ignorancia de quienes la hicieron posible. No nos engañemos, por muy progres que parezcan no se trata más que de una versión como otra cualquiera de salvapatrias dispuestos en todo momento a actuar por nosotros. Ni caso.

Quizá el mayor merecimiento de Suarez es haber logrado transitar, y convencer para que otros muchos le acompañasen, desde el centro de poder del régimen de Franco en que se encontraba, hasta la actual democracia liberal, asumiendo principios fundamentales como son la propia democracia, la libertad, el respeto al adversario o, de una manera desacomplejada, la unidad de España, y entendiendo que todos ellos eran piezas de un mismo edificio que se complementaban a sí mismas. Dicen que en pleno proceso constituyente le preguntaba reiteradamente a su ministro de la Presidencia  José Manuel Otero Novas por la marcha de los trabajos de la llamada Carta Magna, y si lo de la unidad de España estaba claro, -Tranquilo Presidente, dicen que le contestaba, está clarísimo en el articulado. Era evidente que por aquel entonces nadie contaba con la deslealtad de los nacionalistas.

Uno de sus mayores y más furibundos adversarios en aquellos momentos fue Alfonso Guerra, hoy ha hablado extraordinariamente bien de él y a la vez ha apuntado un hecho fundamental para que la empresa emprendida entonces llegase a buen fin: participaron las mejores cabezas del país. La cosa hoy, hay que reconocerlo, es distinta, y quitando evidentes excepciones que las hay en todos los partidos, en estos momentos en política hay muchas cabezas que son manifiestamente mejorables, y quizás sea así porque la manera de subir peldaños en la escalera del poder que manejan esos mismos partidos al final acaba por expulsar a los mejores. ¡Cuánto tendríamos que reflexionar sobre esto!


Permitidme para acabar una mención muy cercana, de nuestro mismo pueblo. He recordado esta tarde una foto en la que aparece Adolfo Suarez y quien fue el segundo alcalde democrático en Beneixama, Juan Sarrió. Dos hombres unidos en su momento por sus ideales y finalmente por una penosa enfermedad común. En honor a ellos, y a cuantos como ellos trabajaron para que en nuestra Nación y en nuestro pueblo viviésemos en paz y libertad, vale la pena reconocer el esfuerzo común realizado hasta llegar a donde ahora estamos, y tener la suficiente serenidad y firmeza ante los que frívolamente hablan de “romper el sistema”. No permitamos que nadie nos amargue la vida.  

domingo, 16 de febrero de 2014

XAVIER CASP (V)

              Ja hem dit que a l'any 1943 Casp publica el seu poemari Volar… , i al seguent crea, amb el seu amic Miquel Adlert Noguerol, l'Editorial Torre, en la que publicaran autors com Emili Beüt, Salvador Verdeguer, Enric Valor, Joan Valls, Joan Fuster, Vicent Andrés Estelles o Maria Beneyto entre altres.

          Que en plena postguerra poguera aparéixer una revista completament en valencià s'explica per diverses raons, com la presencia protectora d'algú tant respectat com Adlert, del pare Bertran o inclús perquè mesos després entrara Joan Fuster, que durant 1940 i 1941 fou assessor de cultura de los organitzacions juvenils de Falange i cap de premsa i propaganda del SEU a Sueca, càrrecs que renovà fins a finals de la dècada dels 60 (dades per cert, que no solen apareixen en moltes “biografies fusterianes”).

MANIA

Tinc la mania
de dur la vista cap a terra.
Sembla una greu misantropía
que se m’aferra.

La terra eixuta,
terra aplanada de sendera,
em diu la dèria absoluta
d’ésser sincera.

Ella, suau,
es va oferir a un peu benigne,
i els peus, després, li han fet esclaue
el millor signe…

(Sempre la clara
concepció que no s’abreuja
pren un plural que la fa rara
fins que la greuja!)

…i, passa a passa,
rep la supèrbia feixuga
del que essent poc es creu ja massa…
ombra d’arruga!

Res no medita
com eixa terra en sacrifici.
es vital ànsia finita
en pur inici!

Ella i jo, pobres,
tenim bons somnis sense meta
quallats al dur mortes obres
quasi d’asceta.

Jo sóc mutisme
I ella veu ferma com carn bruna;
però no hi ha un paral.lelisme
de sol i lluna?

I no té joies
la nostra fòssil petulancia…!

Té el marge tou margaridoies
cantant prestància;

té tendre nèixer
d’inútil herba en innocència
que, humil, li ensenya el bon conèixer
a la ciència…

Però ni el savi
no sap que el marge en les senderes
és la carícia d’un llavi
a les dents feres.

I jo voldría
saber només tal ignorància.
Però ja tinc la greu mania
de la importancia…!

L’ànima és veritat.
Què importa la mentida!

De Volar… (1943)


martes, 4 de febrero de 2014

Europa 2014

Pedro Laín Entralgo recoge en su artículo Europa y la Ciencia (1957), la definición de Europa en base a un criterio genético, según el cual su formación sería fruto de la combinación de cuatro “elementos radicales”: la Grecia clásica, Roma, el cristianismo y la germanidad. A partir de ellos el continente habría recorrido un “destino dramático” hasta llegar a una realidad sobre la que el autor asevera que “no tiene así carácter geográfico, racial o nacionalista –no es infrecuente, por desdicha, la visión “nacionalista” de Europa-, sino funcional, operativo y humano. Allí donde las hazañas creadora, asuntiva, educadora y oblativa sean cumplidas con universalidad y lucidez intelectual, cualquiera que sean la situación geográfica y el color de la piel del que las cumpla, allí se continúa la misión de Europa, allí sigue existiendo Europa”. Europa sería según esta interpretación, instrumento y ejemplo civilizador para todo aquel que, cualquiera que sea “el color” de su piel, quisiera seguir su ejemplo.     

Repárese que cuando Laín Entralgo escribía estas palabras, habían pasado pocos años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cénit de la explosión populista dramáticamente protagonizada por el fascismo y el comunismo. A partir de entonces la tolerancia hacia el otro y el convencimiento de que el antagonismo de nuestras ideas con las de nuestro vecino no era motivo de cruel confrontación, hicieron madurar una democracia imperfecta quizás en muchos aspectos, pero sobre la que quienes vivieron las dramáticas consecuencias de la guerra depositaron todos sus anhelos “civilizadores”.

Pero pasa el tiempo y la quebradiza memoria humana nos hace con frecuencia olvidar ciertos referentes esenciales. En mayo de este 2014 se celebrarán elecciones al Parlamento Europeo, y aunque es cierto que para la mayoría de la ciudadanía son unas elecciones menores posiblemente por la lejanía con que percibimos el trabajo de ésta institución, pueden suponer, si no lo evitamos, la puerta de entrada a nuevos populismos en el escenario continental. En Austria, Grecia, Dinamarca, Francia, Noruega, etc., se presentan partidos que se identifican por su raza, por su origen, por su religión,… formaciones en cuya esencia reside la idea no de convivencia con las opiniones diversas, sino de la de acabar con aquellas que le son contrarias; de nuevo el populismo queriendo dejarse oír e influir. ¿Y en España?, para que nadie me trate de parcialmente obsesivo con éste tema, me permito citar una frase del economista y filósofo francés Guy Sorman, que comparto: “el populismo en España avanza a través de las reivindicaciones independentistas, brutales en el País Vasco y civilizadas en Cataluña, pero de la misma naturaleza ideológica. Estos independentismos en España, en Francia …, al igual que en Escocia y en el norte de Italia, como todo populismo, significan que la democracia ya no nos permitiría vivir juntos y que debería trazarse una frontera, cultural y étnica, entre Nosotros y el Otro”. En definitiva, desandar el camino recorrido durante más de medio siglo.


El momento de crisis económica e institucional en que vivimos es proclive a este renacer populista. En realidad sus líderes, es fácil observarlo en cualquiera de sus discursos, no proponen soluciones a los problemas del día a día, sino solamente críticas al “otro”, al que se le hace responsable de todos sus males. Decir que “Espanya ens roba”, o que los inmigrantes son los responsables del paro, o que la pobreza es culpa de quien nos advierte de nuestro caótico endeudamiento, tiene el denominador común de no querer asumir las propias responsabilidades y de achacar a un enemigo imaginario nuestros problemas cotidianos. Un caldo de cultivo propicio al populismo que solamente podremos vencer con un discurso ilusionante en torno a una Europa democrática y sin fronteras.  

domingo, 19 de enero de 2014

XAVIER CASP (IV)

Acabat el servei militar, Casp regressa  a València en 1942, on comença a treballar a l'empresa familiar del seu amic Rodolfo Bacharach.

Al terreny literari, es vincula al grup creat al voltant del catedràtic de literatura Sanchez Castañer, format entre altres per Lluis Guarner, Vicente Gaos, Ángel Lacalle, Carlos Bousoño i Rafael Ferreres. Denominen a les seves tertúlies “Los nocturnos del Mediterréneo”, en evocació a l'Acadèmia dels Nocturns que a finals del segle XVI fundara a València Bernardo Catalá de Valeriola. Casp  pren el nom poètic de Sombra. Allí llig per primera vegada en públic poemes del seu “L’Inquietud en calma”.

Aquell comiat imprevist

PARE: la teua última besada
     va ésser per a mi.
El temps estava clar, com una albada
     de qualsevol matí,
     quan em feres, a mí!,
la que fou, ai las!, l’última besada.

Anàvem al treball de cada dia
     i al goig de cada instant.
Amb nosaltres, oh pare! se’n venia
     la intimitat amant
     del goig que cada instant
ens posava al treball de cada dia.

I amb l’habitud de joia coneguda,
     ens diguérem adéu.
Pare: tota l’herència rebuda
     de ta pròpia veu,
     fou la d’aquell adéu
que ens diguérem amb joia coneguda.

Després…, el res del tot. I una besada
     per llum del desconhort.
L’essència fidel, assaonada
     contra el buit de la mort,
     fa llum del desconhort,
pare, la teua última besada.

De L’Inquietud en calma  (1945)


jueves, 16 de enero de 2014

El debate catalán (19)

Certero, como siempre, Toni Bolaño refiriéndose a una de las figuras más esperpécticas del panorama nacional.

La sin-vergüenza, de Toni Bolaño

Barroso, el presidente de la Comisión Europea, repite una vez más las consecuencias de una hipotética secesión de Cataluña, noticia que recoge La Vanguardia.

Barroso insiste que la independencia conllevaria la salida de la UE

... y un aviso económico, también en el mismo periódico.

http://www.lMoody´s alerta sobre las consecuencias de la independencia


domingo, 5 de enero de 2014

La foto

Hoy aparece en las portadas de todos los periódicos de este país. Hoy, en miles de casas de esta vieja y acomplejada nación de humanoides noqueados, reposará como un vómito sobre las mesas de purpurina y azúcar, preparadas en el recibimiento de unos pajes de la paz que poco podrán hacer contra la ignominia que representa. Posiblemente la mayoría de nosotros ni siquiera reparemos en el detrito que nos acompaña; otros, en un arranque acaso visceral, arrojaremos al percatarnos el papel de la infamia al cubo de la basura.

Pero el mal ya está hecho, la noticia a la que da imagen la foto es de ayer mismo, cuando unas decenas de asesinos lucían sus caras avejentadas y miserables ante unas cámaras de televisión, reunidos todos en el viejo matadero de Durango. No podían haber elegido mejor  sitio quienes en su vida no han hecho nada mejor que asesinar a inocentes. Ni en los detalles son capaces de mostrar cierto nivel moral.

309. Esos son los muertos que los protagonistas de la foto han provocado en su heroica vida. 309 militares, periodistas, policías, niños, funcionarios, o gentes que simplemente estuvieron en el lugar equivocado en el peor momento de su cercenada vida. 309 víctimas y ningún perdón, ninguna lágrima, ninguna señal de arrepentimiento.

Están juntos, muy juntos los asesinos; les hace falta esa unión para mostrarse al público, sus miradas inexpresivas y ausentes delatarían la cobardía que las inspira sin la cercanía de sus iguales. Por boca de “Kubati”, el asesino de Yoyes, nos piden a todos comprensión hacia su causa y derecho a decidir. Piden derechos quienes a 309 inocentes negaron el primer derecho de la vida. Sencillamente repugnante.

Solo un brote de luz brilla al final del macabro aquelarre, cuando el periodista Cake Minuesa pregunta ante los viejos espectros de seres sin alma, ¿no tenéis hombría para pedir perdón a las víctimas?, las miradas se confunden, en ese mismo momento los interpelados no tienen a mano el implacable argumento de las pistolas y sin ellas no son nada, solo el silencio… y con su mensaje nos quedamos.

El resto de periodistas que están con Cake también permanecen impasibles, al único valiente de la sala lo expulsan pero ellos no muestran ningún gesto de complicidad. Rebeldes contra causas lejanas en el tiempo o en el espacio, no son capaces de ver la opresión que los fotografiados representan ante sus propios ojos.

          Podríamos acabar con una pregunta, o con una moraleja final, o quizás nosotros también con el silencio de los cobardes. Que cada cual ponga su epílogo particular. Buenas noches de Reyes.         

sábado, 4 de enero de 2014

El debate catalán (18)

El digital catalán CRONICA GLOBAL nos sigue haciendo partícipes de buenos argumentos para la reflexión. El primero de los que sigen trata de la carta que Mas ha enviado a los presidentes europeos, el segundo, sobre ciertas divergencias dentro de CDC:

Los catalanes, rehenes de Mas, de Francesc Moreno

Divergencias en Convergencia

miércoles, 1 de enero de 2014

De Alicante a El Escorial..., de Jose Vicente Arnedo Lázaro.

El pasado día 21 se presentó en la sede de la Comparsa de Estudiantes de Villena el libro de José Vicente Arnedo Lázaro, DE ALICANTE A EL ESCORIAL. Villena, José Antonio Primo de Rivera y el traslado a hombros de sus restos mortales en 1939. El trabajo ha obtenido el XI Premio de Ensayo e Investigación “Faustino Alonso Gotor”, que anualmente convoca dicha Comparsa, y que tiene como fin último el fomento de la investigación histórica de esa ciudad.

El libro es pequeño, realmente el tema tampoco da para mucho más, y recoge los detalles del paso por Villena de la comitiva organizada por la Falange para el traslado, a pie y con el féretro sobre los hombros de correligionarios llegados de toda España, de los restos de su fundador José Antonio Primo de Rivera, que como se sabe había sido fusilado en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936. El traslado, en dirección a El Escorial, se produjo a finales de noviembre de 1939, siendo el paso por Villena el día 21. Posteriormente, en 1959, un nuevo cambio llevaría los restos de José Antonio hasta el Valle de los Caídos donde reposan en la actualidad, una decisión que en aquel momento no fue del agrado de todos, como por ejemplo del socialista Indalecio Prieto que desde el exilio apuntaba: “…José Antonio ha sido condenado a una compañía deshonrosa, que ciertamente no merece, en el Valle de los Caídos. Se le deshonra asociándole a ferocidades y corrupciones ajenas”, bueno, es una opinión como cualquier otra, pero que en cualquier caso da idea del respeto con que la mayoría de sus adversarios se referían a él.

A parte de una pequeña discrepancia entre el autor de libro y el amigo Carlos Prats que lo presentó, al defender éste la similitud del traslado con la marcha sobre Roma de Mussolini, personalmente creo que es absurdo, la presentación me pareció, para mi sorpresa, porque se trataba de exponer simplemente un pasaje histórico, casi un acto de contrición, a tenor del tiempo que se dedicó a criticar los excesos de los bandos contendientes en la guerra civil y las bondades de la democracia. Bueno y que, eso a estas alturas de la película ya lo sabemos todos, pero porqué hay que recurrir a lo que no son más que innecesarias justificaciones cuando simplemente se trata de historia, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?, parece como si en el fondo se estuviese pidiendo perdón por hablar de José Antonio o de cualquier otro personaje de nuestros años treinta, ¡a estas alturas!, repito. Por cierto, no es algo que le pase únicamente al autor del estudio. 

Sobre el libro en sí, y ahí está su valor fundamental, expone detalles referidos a Villena y Comarca de un acontecimiento que en aquellos momentos trascendió a la prensa internacional y contribuyó a la definitiva mitificación, rayana con el paroxismo, con la que el régimen de Franco se sirvió de la figura de José Antonio, de una forma, digámoslo abiertamente, en la mayoría de las ocasiones desleal con sus ideas. Tiene además el atractivo de la documentación gráfica que aportan unas fotografías inéditas hasta el momento, cuya autoría se debe a Giuseppe Croce, capitán de las tropas italianas que a finales de marzo de 1939 entraron en Villena, y que precisamente ese 21 de noviembre, tras el funeral que se celebró en la Iglesia de Santiago, se casaría con una joven de esa ciudad, y que a la postre desaparecería años después en la batalla de Leningrado en que participó enrolado en el ejército italiano. Como se ve, historias paralelas que aparecen con forme se va tirando del hilo de la principal.   

Creo que al texto le sobran, por innecesarias, las repetidas apelaciones a la concordia y al entendimiento que, repito, por obvias son innecesarias en un texto histórico, más allá de una referencia en el prólogo o una reseña en el epílogo. Y también algunas licencias que a todas luces me parecen excesivas: asimilar el traslado de los restos de José Antonio con los de Felipe “el hermoso” en la loca procesión mortuoria a la que le sometió su esposa Juana, por mucho que la figura de sus padres, los Reyes Católicos, hayan sido inspiración para algunos de los ideólogos falangistas, es sin duda muy atrevido, pero extender esta similitud al traslado del ataúd de Hugo Chaves por las calle de Caracas, me parece una temeridad.    

Al hacer una pequeña semblanza biográfica de José Antonio, en una siempre necesaria contextualización del estudio, expresa Arnedo Lázaro su sorpresa al acercarse a la figura del personaje, y en el libro se nota una favorable impresión que apuntala con citas como las del anarquista Durruti para quien era “una insensatez y un error capital condenar y fusilar a José Antonio…, porque con su muerte, si es que llega a consumarse, morirá también toda esperanza de reconciliar a los españoles antes de muchas décadas”; o del propio Julio Anguita, a vueltas con el concepto orteguiano, de “unidad de destino en lo universal”. Realmente Primo de Rivera es un personaje que mantiene, tras más de setenta años, el interés del público, se demostró en el gran número de asistentes al acto que glosamos, pero sobre todo en el éxito de cualquier libro de los que periódicamente ve vienen publicando sobre los más diversos aspectos de José Antonio.


En definitiva, un libro interesante por los datos que aporta, si uno es capaz de eliminar lo innecesario.