domingo, 6 de abril de 2014

Volver a los clásicos

          Hay autores, y libros, que siempre hay que tener a mano. Acuciados por las novedades de escritores contemporáneos y sobre todo por los superventas (best sellers para los ingleses) que las editoriales anuncian a bombo y platillo, podemos estar dejando en los anaqueles de nuestras bibliotecas o en los estantes de la sección de libros de bolsillo de las librerías, auténticas joyas que no nos podemos perder.

          Creo que en parte el mal nos viene desde el bachillerato: obligados a estudiar a Góngora, Quevedo, o a leer un interminable Quijote, una vez aprobados los exámenes parece como que aquello podemos olvidarlo. Nuestra mejor literatura se convierte así en una prueba más que hay que superar y una vez logrado, descansamos no volviendo a ella.

         Es una lástima que quizás la falta de un buen maestro no nos diese en su momento las cualidades suficientes para saborear los versos de Fuente Ovejuna, o la emocionada filosofía de las coplas de Manrique, o los lances heroico-amorosos del Tirant lo Blanc.


          Hay que volver a los clásicos, sumergirnos en el mundo realista de Galdós, atreverse de nuevo con una lectura plácida del famoso hidalgo de La Mancha, subirse a los líricos lomos de Platero, sentir en fin, el profundo placer de la lectura antigua.