domingo, 18 de agosto de 2013

ARBRES, de Xavier Casp

Un esplèndit diumenge d´estiu. ¿Que vos pareix un poco de poesia d´un dels grans poetes valencians?

     ARBRES

     ARBRES!, vides amigues de la meua!
     Braços a l´aire
     i arrels a terra,
     pobre cor estirat, vertical de les ànsies!

     Arbres!, fills de la terra
     i amants de l´aire!
     Com jo, com jo,
     tronc fidel a l´enigma de les ales!

     ¿Qui em diria el secret
     si els fracassos floreixes esperances?
     Ja vaig tornant-me espill:
     mireu-me els arbres!

     S´hi vindria dins mi -en un ofici d´ombres-
     la vostra primevera per l´estiu de les ànimes,
     i aquest esforç
     que em fan les meues branques
     òrfenes de les fulles
     que podrien vibrar-me l´aire,
     sabria cantar: Salve,
     vida meua, germana
     dels arbres!

                                                         Xavier Casp

sábado, 17 de agosto de 2013

El "problema" de España VIII

De familia vasca, José de Cadalso (Cádiz, 1741 – Gibraltar, 1782), alcanzaría el grado de coronel en el ejército español, encontrando la muerte en el asedio de Gibraltar. Cadalso representa junto a Jovellanos y otros, la plenitud de la Ilustración española. De su obra, y por lo que aquí nos interesa, destacan sus Cartas marruecas. En las misivas que se cruzan tres personajes que representan visiones distintas del problema, aparece el "hondo sentir" hacia la situación nacional, aunque su patriotismo le hace reaccionar contra la leyenda negra que ya por entonces había tomado cuerpo. Dice Gazel a Ben-Beley:

“Si entre los españoles no se oye sino religión, heroísmo, vasallaje y otras voces dignas de respeto, del lado de los extranjeros no suenan sido codicia, tiranía, perfidia y otras no menos espantosas…, reflexionase por ahora que los pueblos que tanto vocean la crueldad de los españoles en América, son precisamente los mismos que van a las costas de África, compran animales racionales de ambos sexos a sus padres, hermanos, amigos y guerreros victoriosos, sin más derecho que ser los comprados negros; los embarcan como brutos; los llevan millares de leguas desnudos, hambrientos y sedientos; los desembarcan en América; los venden en público mercado como jumentos…”   
Pero tampoco duda en responsabilizar a los máximos dirigentes de la deriva del país; hablando de Felipe II y en tono acusatorio, afirma: “Murió dejando a su pueblo extenuado con las guerras, afeminado con el oro y la plata de América, disminuido con la población de un nuevo mundo, disgustado con tantas desgracias, y deseoso de descanso…; y en la muerte de Carlos II no era España sino el esqueleto de un gigante”.

Aunque al final parece encontrar un consuelo ante tanta desdicha. Dice en la carta de Nuño a Ben-Beley:


“Querer que una nación se quede con solas sus propias virtudes y se despoje de los defectos propios para adquirir en su lugar las virtudes de las extrañas, eso el fingir otra república como la de Platón. Cada nación es como cada hombre, que tiene sus buenas y malas propiedades peculiares en su alma y cuerpo. Es muy justo trabajar para disminuir éstas y aumentar aquellas; pero es imposible aniquilar lo que es parte de su constitución”. 

domingo, 11 de agosto de 2013

El árbol de los cuentos, de Luis Mateo Díez

Ha sido el primer libro del verano y una vez terminado, creo que fue una acertada decisión empezar con él. El árbol de los cuentos, es una recopilación que el propio Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) hace de estos relatos cortos escritos en su ya dilatada trayectoria literaria, desde los primeros de 1973 hasta 2004.

Mateo Díéz en un autor imprescindible en nuestra actual narrativa; extremadamente realista, sencillo entendido en el sentido de descriptor de las cosas habituales, y a la vez profundo en cuanto a que no deja detalle por considerar de su relato, a quien esto escribe siempre le ha parecido un escritor austero, preciso, rico en recursos literarios que utiliza en su justa medida, dignísimo representante del mejor estilo castellano.

El árbol de los cuentos en un libro largo, de más de quinientas páginas, pero que puede leerse fácil porque cada uno de los ciento cinco relatos que contiene describe un mundo distinto y a su vez relacionado dentro de su propio apartado en los que se estructura la obra: El árbol de los cuentos, Brasas de agosto, Álbum de esquinas, Los males menores, Días del desván, La palabras de la vida y Las lecciones de las cosas. Apetece no obstante una lectura tranquila para sacarle el jugo a cada una de las múltiples aristas que encierra.

En estos cuentos, muestras en cierto modo de sus novelas o “huellas insustituibles de mi mundo literario” como el propio autor afirma, mezcla recuerdos con imaginación, fundamentalmente en los pasajes sobre su infancia y juventud a partir de la posguerra, dejando al lector cuando llega al último relato, un poso descorazonador y de liviano pesimismo, tan nuestro por otra parte. Pero además, y aquí tiene en mi opinión una más de sus virtudes, hace una continua puesta en valor de nuestro vocabulario menos usado: hirsuta, tagarnina, albañales,… son solo unos ejemplos de lo dicho.  

Si hemos dicho que Mateo Díez es un autor imprescindible en nuestras bibliotecas, fundamentalmente por sus novelas, este libro de cuentos se nos presenta como un manual de claves para entender mejor su creación literaria. No me resisto a apuntar una frase cualquiera llena de contenido y a la vez del justo misterio, “De las cosas que aquel país me lleva enseñadas, la que más me gusta es la de que nada vale nada más allá del sueño de cada noche”. Como afirma el autor en la solapa de la edición que manejamos “No hay opción para historias complacientes, la vida que se gana en las ficciones siempre debe ser más poderosa que la verdadera”.