Ha sido el primer libro del verano y una vez terminado, creo
que fue una acertada decisión empezar con él. El árbol de los cuentos, es una recopilación que el propio Luis
Mateo Díez (Villablino, León, 1942) hace de estos relatos cortos escritos en su
ya dilatada trayectoria literaria, desde los primeros de 1973 hasta 2004.
Mateo Díéz en un autor imprescindible en nuestra actual
narrativa; extremadamente realista, sencillo entendido en el sentido de
descriptor de las cosas habituales, y a la vez profundo en cuanto a que no deja
detalle por considerar de su relato, a quien esto escribe siempre le ha
parecido un escritor austero, preciso, rico en recursos literarios que utiliza
en su justa medida, dignísimo representante del mejor estilo castellano.
El árbol de los
cuentos en un libro largo, de más de quinientas páginas, pero que puede
leerse fácil porque cada uno de los ciento cinco relatos que contiene describe un
mundo distinto y a su vez relacionado dentro de su propio apartado en los que
se estructura la obra: El árbol de los cuentos, Brasas de agosto, Álbum de
esquinas, Los males menores, Días del desván, La palabras de la vida y Las
lecciones de las cosas. Apetece no obstante una lectura tranquila para sacarle
el jugo a cada una de las múltiples aristas que encierra.
En estos cuentos, muestras en cierto modo de sus novelas o “huellas
insustituibles de mi mundo literario” como el propio autor afirma, mezcla
recuerdos con imaginación, fundamentalmente en los pasajes sobre su infancia y
juventud a partir de la posguerra, dejando al lector cuando llega al último
relato, un poso descorazonador y de liviano pesimismo, tan nuestro por otra
parte. Pero además, y aquí tiene en mi opinión una más de sus virtudes, hace una
continua puesta en valor de nuestro vocabulario menos usado: hirsuta,
tagarnina, albañales,… son solo unos ejemplos de lo dicho.
Si hemos dicho que Mateo Díez es un autor imprescindible en
nuestras bibliotecas, fundamentalmente por sus novelas, este libro de cuentos se
nos presenta como un manual de claves para entender mejor su creación
literaria. No me resisto a apuntar una frase cualquiera llena de contenido y a
la vez del justo misterio, “De las cosas que aquel país me lleva enseñadas, la
que más me gusta es la de que nada vale nada más allá del sueño de cada noche”.
Como afirma el autor en la solapa de la edición que manejamos “No hay opción para
historias complacientes, la vida que se gana en las ficciones siempre debe ser
más poderosa que la verdadera”.