domingo, 6 de abril de 2008

Sobre un libro completamente prescindible

A VUELTAS CON UNO MISMO

Las sociedades suelen tener temas recurrentes que, como los ojos del Guadiana, aparecen de tanto en tanto en el debate social. En el caso España no podía ser de otra manera y en mi opinión, todo sería más o menos normal si el debate no afectase, precisamente en la nación que se tiene como la más antigua de Europa, a su propia existencia como tal.

Efectivamente sobre el ser de España se han escrito infinidad de textos. Desde los clásicos del XVII y XVIII, como Cervantes, Quevedo, Gracián, Jovellanos, hasta los actuales Cesar Vidal, Gustavo Bueno o Jose Antonio Jauregui, pasando por los pensadores de los convulsos siglos XIX y XX, como Ortega y Gasset, Julián Marías, Unamuno o Ganivet, todos han tenido como tema de debate intelectual la propia existencia de España. Por su carácter de síntesis, recomiendo a este respecto la lectura de “España como Preocupación”, de Dolores Franco (Alianza Editorial 1998).

Viene esta introducción a cuenta de un nuevo libro sobre el tema en cuestión, titulado “España inacabada” de Joan Romero, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Valencia (Publicaciones de la Universidad de Valencia 2006). Vaya por delante que no me interesa tanto el texto en sí mismo, en mi opinión bastante flojo en argumentación, como seguidamente veremos, sino por cuanto representa una corriente de pensamiento muy extendida en ésta época, contradictoria en sus términos y débil en sus argumentos, pero políticamente correcta entre la intelectualidad autodenominada “progresista”.

Vaya por delante la idea, creo que mas acertada, de Romero, cuando en su Final señala que “Las inercias, la <> del territorio, la ausencia de <> entre administraciones o la escasa lealtad <>, dificultan enormemente el desarrollo pleno de estrategias de cooperación y de las relaciones institucionales entre las partes integrantes del Estado” (pag. 186). Ciertamente, la falta de costumbre en los consensos, no solamente entre las distintas administraciones, sino también en las fuerzas políticas existente, es un lastre para la correcta cohesión social. En este punto creo que todos podemos estar de acuerdo, otra cosa es que acertemos en señalar los motivos… y a los responsables. Pero veamos el argumento básico del libro.

Empieza Romero con una toma de postura que marcará todo su libro al decir “Sorprende por ello que todavía persista tanto interés por querer seguir construyendo desde la política, desde la historia, desde la geografía, desde el derecho o desde la ciencia política, tanto da, un perfil de nación que nunca ha existido más que en el imaginario de quienes desde el presente pretenden precisamente eso: imaginar como hubieran querido que hubiera sido o cómo querrían que fuera y nunca existió”, es decir, de un plumazo asevera que España como nación nunca ha existido y que son vanos todos los intentos de su justificación aportados desde todos esos ámbitos. Bueno, diremos, pero después vendrá una demostración de dicho planteamiento. Rebatirá por ejemplo a un autor tan poco sospechoso de “conservador” como Gustavo Bueno en su “España no es un mito” (Ediciones Temas de Hoy, 2005), cuando explica desde un plano filosófico el ser de España, o quizás a un representante de nuestra moderna historiografía como García de Cortazar, que de forma tan didáctica como minuciosa explica la formación de España, por ejemplo. Nada de eso, ¿para que perder tiempo en sutilezas?, después de un rápido repaso a la obra de Juaristi, Lluch, y Ortega, Romero encuentra la base de la argumentación a favor de esa España “que nunca ha existido” en la ¡Enciplopedia Alvarez!, increíble pero cierto. La verdad es que no se como estos adalides del nacionalismo antiespañol encuentran acólitos para sus sermones.