Hemos
vivido un par de semanas al borde del infarto. Desde que primero en el diario El Mundo y después en El País aparecieran los llamados “papeles
de Bárcenas”, tanto el Gobierno como el partido que lo sustenta, pero también
España entera en cuanto a lo que respecta a los principales indicadores de
confianza económica (véase la evolución durante todos estos días de la prima de
riesgo), han caminado una vez más ante el precipicio. La recuperación económica
será lenta, pero poco a poco en el extranjero, que es desde donde al fin y al
cabo nos llega una parte importante de la financiación, parece que ven correcto
el camino emprendido; pero la sombra de la posible existencia de una corrupción
generalizada en el país es un mazazo a la tan necesaria confianza. Veremos en
qué queda todo, si lo que se dice en esos “papeles” es verdad o es mentira, y
esperemos que pase lo que pase, se produzcan, aparte de las consiguientes
consecuencias, las disculpas oportunas, aunque esto sea mucho esperar en un
país tan acostumbrado a ver pajas en ojos ajenos como es el nuestro.
Pero
de momento no todo ha sido en vano, esta semana hemos conocido la contabilidad
del Partido Popular y las declaraciones de Renta y Patrimonio del Presidente
del Gobierno; bien, tenemos todo el derecho del mundo como contribuyentes a
saber dónde van nuestros impuestos, habida cuenta de que la mayor parte de los
ingresos de ese partido político proviene de subvenciones del Estado. Pero a
partir de ahí faltan más cosas, por ejemplo, ya están tardando demasiado en
presentar públicamente sus cuentas el Partido Socialista y con él todos los que
reciben aunque sea un céntimo de dinero público, y por supuesto las
declaraciones fiscales de sus máximos dirigentes, es más, extraña a día de hoy,
quienes pretenden ser un ariete contra el Gobierno por los casos de corrupción,
no hayan comenzado ellos mismos con el ejercicio de transparencia que con tanto
ahínco reclaman a los demás.
Pero
esto no debería depender de la voluntad de esas organizaciones, es por ley por
lo que partidos políticos, sindicatos, fundaciones, sociedades de autores,
etc., etc. etc., deberían publicar sus cuentas, todos los que tengan algún tipo
de financiación pública, por poca que sea, y si no quieren hacerlo, que
renuncien a esos ingresos. La transparencia es sin duda una de las mejores
armas contra la corrupción, y llegados a este punto de hartazgo ciudadano por
los casos que cada día aparecen, esta medida no admite demoras. No deja de ser
curioso por ejemplo que todos podamos saber el sueldo del Rey o del
Príncipe Felipe, y está muy bien que así sea, y no sepamos el del presidente de
la SGAE, de la fundación FAES o el del secretario general de la UGT, por poner
tres ejemplos.
Se
ha dicho muchas veces que los bolsillos de los políticos deberían ser de
cristal, pues eso, a aplicarse el cuento, los políticos y las administraciones,
pero también todos aquellos que directa o indirectamente viven del Presupuesto.