domingo, 10 de noviembre de 2013

El "problema" de España IX

Sin lugar a dudas, hablar de Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón, 1744 – Puerto de la Vega, 1811) es hablar de la principal figura de nuestra Ilustración, seguramente el escritor más representativo del siglo XVIII.

Este hombre “honrado y bueno” que igual conoció la gloria que la desgracia y el destierro, amante de las luces que llegaban desde más allá de los Pirineos, reaccionó con determinación contra la invasión francesa y más tarde ante la felonía de Fernando VII.

En su Defensa de la Junta Central del Reino, con la que se hacía frente a las tropas de Napoleón, clama contra los “infieles y bastardos hijos”, donde descubre los males de su carácter, capitaneados siempre por la envidia. La razón y el corazón unidos en momentos decisivos:


“… unos, apóstatas infames, abrazando descaradamente la causa del tirano; otros, ruines egoístas, esperando en cobarde neutralidad que el dedo horrible de la guerra les indique el partido más conveniente a su interés; pero otros, tan viles como los primeros y más crueles y dañosos que los segundos, frustrando todos tus generosos esfuerzos y persiguiendo a todos los hombres virtuosos que con celo y constancia trabajan por tu defensa y tu gloria. Enemigos del mérito, que los ofende, y de la virtud, que los deslumbra, los acecha a todas horas desde sus emboscadas para herirlos y mancharlos. La envidia es su elemento, la calumnia es su arma…. Para aquellos a quienes tu confianza levantó sobre los demás son y serán siempre el principal blanco del odio y de los tiranos y de las asechanzas de ésta infame secta. Ningún gobierno se libró, ninguno se librará de ellos.”