lunes, 16 de diciembre de 2013

Cataluña contra Cataluña

La pasada semana se celebró en Barcelona un simposio con el elocuente título de España contra Cataluña. Se trata de una serie de conferencias donde los convocantes, por supuesto con el patrocinio de la Generalitat Catalana, repasan la historia de los agravios que durante los últimos trescientos años, desde aquel mitificado 1714, Cataluña ha sufrido por  parte de España. Dicen los organizadores que se trata de un simposio histórico donde los temas se han tratado científicamente, partiendo de la irrebatible premisa de que ese agravio está más que demostrado.   

La verdad es que calificar de científico un simposio cuyo título ya prejuzga el sentido de las intervenciones tiene gracia, pero claro, considerando que se mueve en la órbita nacionalista nada debe extrañarnos. Cierto es que han participado historiadores, pero ya se sabe, dime qué conclusiones quieres para un informe técnico y yo te buscaré los “especialistas” apropiados.

Reconozco cierta pereza para abordar el tema pero no querría dejar pasar la oportunidad para hacer referencia por una parte de una entrevista aparecida hoy mismo en la prensa al historiador británico John H. Elliot. Ante la pregunta de qué se pierde cuando alguien se centra en los mitos de la propia historia su respuesta es así de clara: “Llega uno al ensimismamiento, a mi modo de ver. Es decir, una sociedad se empobrece si vive con una visión rígida de su pasado. Rígida y muchas veces falsificada y distorsionada. Eso elimina la creatividad”. Precisamente sobre la opción por el archiduque Carlos que se tomó en buena parte de Cataluña, no en toda, en la guerra de Sucesión, “posiblemente la primera guerra mundial”, nos da una pista interesante, “En Cataluña persistía aún el impacto de la lucha contra los franceses tras la ocupación que Francia había hecho de Cataluña en 1640”. Elliot hace continuamente referencias a Jaume Vicens Vices y su intento de desmitificar la historia de España en referencia a Cataluña, parece que, al menos en buena parte de su tierra, no tuvo el éxito esperado.

La segunda referencia es un artículo de Fernando García de Cortázar también de hoy. Como donde hay patrón no manda marinero, termino el escrito con una parte del mismo, es algo larga pero creo que merece la pena:

“Cataluña ha caminado en ella (en la historia) no junto a España, sino en España misma.
Por su deseo de hacer de todos los españoles ciudadanos con derechos, los catalanes participaron en las Cortes de Cádiz, lucharon por la independencia de una misma patria, combatieron contra el absolutismo, se esforzaron por construir un sistema parlamentario que pusiera los fundamentos de una nación libre. Como españoles, las catalanes se beneficiaron del impulso de un mercado protegido de la competencia foránea, disfrutaron de la fortuna de las colonias, construyeron una sociedad industrial, expandieron los valores de una burguesía moderna y con Laureano Figuerola inventaron la peseta para simplificar las transacciones comerciales. También como españoles, los catalanes sufrieron las consecuencias devastadoras del desastre del 98, y meditaron con sus compatriotas sobre la necesidad de una regeneración nacional que devolviera el pulso a la España sumida en el desconcierto y la desmoralización. Como españoles, los catalanes plantearon la modernización de las estructuras políticas, el cultivo de la diversidad cultural y la autonomía administrativa. Los trabajadores de Cataluña, como obreros españoles que eran, levantaron los formidables edificios del sindicalismo socialista, del movimiento libertario y del asociacionismo católico. Y, como español, el pueblo catalán de hundió en el enloquecido abismo de una guerra civil que amenazó con aniquilar para siempre nuestro sentido de la civilización.
Como otros muchos españoles, muchos catalanes emprendieron el camino de la reconciliación, cuando la niebla de la tragedia fue desvaneciéndose. En Cataluña también volvió a construirse una idea de España que superara para siempre las causas de la catástrofe.
Los jóvenes de Cataluña vibraron con los versos de Celaya proclamando a todo pulmón que España estaba en marcha y afirmando el derecho a vivir en una nación libre. La Cataluña de la Transición protagonizó los acuerdos fundacionales de la democracia, y la Generalitat del presidente Tarradellas se alzó como símbolo del  compromiso de Cataluña en la construcción de una España constitucional. No hay circunstancia de nuestra historia moderna en la que España y Cataluña puedan entenderse solas”.


No reconocer este pasado común, de manera crítica, leyendo todas las páginas de la historia, las que nos favorecen y las que nos perjudican, podría presentarnos un futuro de Cataluña contra Cataluña.