Dentro del proceso acumulativo de la historia (no pueden
entenderse hechos aislados, sino en relación a los precedentes), el siglo XVIII
es básico para comprender los conflictos entre las tendencias conservadoras y
liberales del XIX, incluso acontecimientos posteriores.
He encontrado unas referencias interesantes acerca del
significado de los términos patria, nación y patriotismo en el siglo de Las
Luces que os brindo a quienes les interese el tema, son de Carmen Iglesias y
están en el capítulo El fin del siglo
XVIII: La entrada en la contemporaneidad, de su libro “No siempre lo peor
es cierto”:
“… es importante tener en cuenta que el patriotismo en el siglo XVIII implica un “sentido de amor a la libertad
bajo el escudo de las leyes”, “… “patria” no es el lugar de nacimiento, sino la
“organización política de la sociedad y
de las leyes”.
“Hacia patria o nación se siente, por así decir, un amor
racional y consciente, que nada tiene que ver con el amor irracional que
exhibirá el nacionalismo alemán y que será, a partir de entonces, la marca del
nacionalismo. El patriotismo del siglo XVIII es cosmopolita y abierto; el
nacionalismo, a partir de Herder y demás teóricos, exige una unidad excluyente,
pues ésta no se basa tanto en la libertad y las leyes, no es un concepto de
derecho público, sino que, en un sentido totalmente opuesto, define la nación
como una “identidad cultural y étnica”, más importante que la constitución
política y más importante que la libertad, pues esa “comunidad de cultura” se
erige contra toda contaminación e impureza, contra toda mixtura cultural y lingüística”.
Sin comentarios…