domingo, 16 de octubre de 2016

¿L’Alcoià o l’Alt Vinalopó? Elementos para el debate

Estos días hemos sabido que una asociación privada llamada Institut d’Estudis de les Valls de la Mariola, por lo que se ve de marcado cariz nacionalista, ha presentado ante la Dirección General de Administración Local de la Generalitat Valenciana una solicitud para que Biar, Beneixama, Cañada y Campo de Mirra, cambien su actual comarca de l’Alt Vinalopó por la de l’Alcoià, con vistas a la futura ley de comarcalización ahora en proyecto. Por lo que sabemos la petición contiene un Manifiesto en el que la entidad resume sus argumentos básicos, a saber: una relación especial con los pueblos de l’Alcoià, la lengua habitual como factor determinante, mejores perspectivas económicas y de progreso, y el acuerdo firmado en 1244 en el Tractat d’Almizra por las Coronas de Aragón y Castilla que nos convertía en pueblos de frontera con el futuro Reino de Murcia.   

Vaya por delante el más absoluto convencimiento a cerca de la importancia de las Comarcas, primero por el sentido de pertenencia, arraigo y convivencia que persiguen, pero fundamentalmente por las ventajas funcionales que ofrecen a sus habitantes. Sin ánimo de contradecir las opiniones de esa asociación, las consecuencias que un cambio de adscripción como el propuesto pueden provocar hace imprescindible que haya un cierto debate, hasta ahora inexistente, en el que se tengan en cuenta otras variables además de las expuestas, que nos ayuden a formar una mejor opinión. Ese es el modesto propósito de estas líneas.  

Es cierto que el Tractat d’Almizra fijó en 1244 la frontera sur del nuevo Reino de Valencia en la conocida línea Biar-Xixona-Busot, pero también que con la sentencia de Torrellas de 1304 y el acuerdo de Elx de 1305, parte del Reino de Murcia pasaría a Valencia, Villena y Sax incluidas, hasta que medio siglo después estas dos ciudades vuelvan a Castilla. A partir de ahí toda una serie de acontecimientos históricos han ido modulando la forma en que nos hemos organizado: los quarters para la recaudación del llamado tall de drap, la división en Gobernaciones de la época foral, los sucesivos proyectos tras la abolición de los fueros en 1707, la división provincial inspirada en el pragmatismo liberal de Javier de Burgos de 1833, la incorporación definitiva de Villena y Sax a la provincia de Alicante de 1836, los partidos judiciales y la ordenación de los servicios administrativos a partir de 1900, …. y así un largo etcétera que lo que nos indica es que la organización del territorio siempre ha estado condicionada a las circunstancias del momento, y a esas circunstancias se ha ido adaptando.

Por lo que respecta a la concreta división comarcal, el primer proyecto data del no tan lejano 1933 y se debe a Felip Mateu i Llopis en el cual Biar, Beneixama, Campo de Mirra y Cañada, junto con Villena y casi veinte pueblos más, quedaban incluidos en la comarca de Elche. Tras esta, otras ocho propuestas que sepamos, han intentado armonizar historia, lengua, cultura y pragmatismo en el diseño de sendos mapas comarcales del antiguo Reino de Valencia. Al menos en nuestro caso nunca lo han logrado a gusto de todos, aunque los más criticados quizás sean los que, dando la espalda a las necesidades cotidianas, marcaban la línea atendiendo simplemente a la lengua que hablaba cada población.  

Nadie niega la importancia de la historia, la cultura o la lengua en la formación de las comarcas, pero la pregunta es doble, ¿quién elige el momento histórico al que más nos conviene parecernos en la actualidad?, ¿hay que anteponer acontecimientos lejanos a la calidad de vida de los habitantes actuales? El actual Alt Vinalopó concentra en Villena, lógico siendo la población mayor y cabecera de Comarca, servicios a los que todos acudimos y que nos resultan relativamente cercanos, la población más alejada es Beneixama y está a once kilómetros. En el ámbito sanitario el Centro de Especialidades que se completa con el Hospital de Elda; allí están también los Juzgados; la Administración de Hacienda donde presentamos las declaraciones tributarias; el Instituto Nacional de la Seguridad Social donde solicitamos prestaciones como la jubilación, las incapacidades, auxilios familiares, etc.; allí está también la Oficina Comarcal Agraria donde anualmente acuden decenas de agricultores a tramitar por ejemplo las ayudas del Pago Único. Allí está la Comunidad General de Usuarios que engloba las numerosas Comunidades de Regantes de la zona y con las que compartimos la preocupación de tener un mismo acuífero sobreexplotado; allí está la depuradora de aguas residuales donde vertemos, organizados en Mancomunidad, las poblaciones de Beneixama, Campo de Mirra, Cañada y Villena. Allí están las estaciones de ferrocarril y de AVE, así como la autovía del Mediterráneo, infraestructuras de vital importancia para el desarrollo económico y social de toda la zona y que al final suponen una comunidad de intereses. Allí está el Conservatorio de Música, imprescindible para los alumnos de las poblaciones menores. También la mayoría de las Asociaciones de carácter social como APADIS, el Centro de Día de enfermos de Alzheimer, la Unidad de Conductas Adictivas, la unidad para la aplicación de la Ley de Dependencia, que es un servicio mancomunado, y un largo etcétera, que tienen carácter comarcal y perciben financiación precisamente por atender a los usuarios de la Comarca. Sin menospreciar a nadie ni a nada, ¿de verdad puede alegarse que nuestra relación es mayor con las poblaciones de l’Alcoià que con las de l’Alt Vinalopó?, ¿facilitaría cambiar estos servicios que los tenemos tan cercanos por otros más alejados y además con peores comunicaciones?, ¿somos menos valencianos por el hecho de resolver muchos de nuestros problemas cotidianos en Villena?    
   
Hay quien pretende tranquilizarnos diciendo que el cambio de Comarca sería solo nominal, que no tendría efectos sobre nuestro día a día, que todo seguiría igual pero, si eso es así, ¿para qué sirve una Ley de Comarcalización si al final precisamente las Comarcas quedan vacías de contenido? Hay decisiones que deben pensarse con sosiego porque antes o después tienen consecuencias, y desde luego nunca es conveniente que otros decidan por uno mismo, y menos cuando nadie les ha otorgado mandato alguno.