Si buscásemos una clave que explicase la evolución humana, la llave, el resorte que la ha hecho posible, quizás la encontrásemos simplemente en seis letras acompañadas de los signos interrogativos: ¿por qué?
El hombre es curioso por naturaleza, y acaso sea esa característica precisamente la que lo hace humano, lo que le distingue de cualquier otra especie viva, que sepamos a día de hoy. ¿Por qué sale el sol cada día y porque las tinieblas?, ¿por qué los arboles crecen y por qué mis padres se mueren?, ¿por qué…? Desde el principio de los tiempos los hombres han buscado respuestas a las infinitas preguntas que el entorno les planteaba, y con ellas han ido cambiando sus ideas, mejorado sus condiciones de vida, adaptado sus creencias, ampliado su horizonte de conocimiento, y en ello seguimos afortunadamente.
Siendo esto así, no extraña que un científico tan importante e influyente como Stephen Hawking haya utilizado el formato de preguntas y respuestas en su libro póstumo para explicar los que han sido sus descubrimientos y muchos de los principales paradigmas científicos actuales.
Breves respuestas a las grandes preguntas es un texto de divulgación científica, y si bien es cierto que algunos de sus contenidos escapan al entendimiento de un profano en estos asuntos, también lo es que el autor consigue hacer comprensible su fondo argumental merced a una sutil sencillez en las explicaciones, reto difícil para cualquiera que no hubiese hecho del don pedagógico uno de sus mayores logros, habida cuenta de la enfermedad invalidante que padecía.
Siguiendo a Kip S. Thorne en la Introducción del libro, podemos dividir las diez preguntas que Hawking nos plantea en dos grupos. En seis la repuesta está basada en puro racionamiento científico, y por lo tanto, naturalmente son cuestionables, como no podría ser de otra manera: ¿Hay un Dios? ¿Cómo empezó todo? ¿Podemos predecir el futuro? ¿Qué hay dentro de los agujeros negros? ¿Es posible viajar en el tiempo? ¿Cómo damos forma al futuro? Las otras cuatro sus respuestas son más subjetivas pero igualmente sugerentes, porque también son fruto de una infinita capacidad de intuición, de una imaginación que no tiene miedo a enfrentarse a ninguna verdad aceptada: ¿Sobreviviremos en la Tierra? ¿Hay más vida inteligente en el universo? ¿Deberíamos colonizar el espacio? ¿Seremos sobrepasados por la inteligencia artificial?
En Breves respuestas Stephen Hawking nos invita por ejemplo a imaginar el Big Bang como origen del universo y del tiempo; de la mano de su admirado Albert Einstein, las ondas gravitatorias como deformación oscilatoria del espacio-tiempo; los agujeros negros como resultado del colapso gravitatorio de una estrella; o a acercarnos al sistema Alfa Centauri, donde un exoplaneta llamado Próxima b podría tener seres vivos “felizmente ignorantes del ascenso de Donald Trump”, porque además lo hace con un proverbial sentido del humor.
Tenga por seguro quien se asome a este libro que al finalizar le asaltarán más preguntas que respuestas, por contradictorio que parezca, y que pasado algún tiempo quizás quiera volver a él en una nueva lectura, pero es que de eso precisamente es de lo que se trata, lo que Hawking pretendió al escribirlo y lo que como seres racionales nos corresponde. Curiosidad, imaginación, estudio, inspiración,… ese es el camino que nos propone y en el que nadie deberíamos temer adentrarnos.
No encuentro mejor forma de acabar este comentario que con una cita del propio autor. Son tantas las que me invitan a ello que se me hace difícil elegir. Lo haré en una de sus últimas frases, quizás una de las últimas que pensó antes que en un día “gris lúgubre” de la primavera de éste año sus cenizas descansasen definitivamente en la abadía de Westminster entre los restos de Isaac Newton y Charles Darwin: “Así que recordemos mirar a las estrellas y no a los pies. Intentemos dar sentido a lo que vemos y preguntémonos qué es lo que hace que el universo exista. Seamos curiosos. Y por difícil que la vida pueda parecer, siempre hay algo que podemos hacer y conseguir. Importa que no nos rindamos. Demos rienda suelta a nuestra imaginación. Demos forma al futuro”.