El pasado día 21 se presentó en la sede de la Comparsa de
Estudiantes de Villena el libro de José Vicente Arnedo Lázaro, DE ALICANTE A EL ESCORIAL. Villena, José
Antonio Primo de Rivera y el traslado a hombros de sus restos mortales en 1939.
El trabajo ha obtenido el XI Premio de Ensayo e Investigación “Faustino Alonso
Gotor”, que anualmente convoca dicha Comparsa, y que tiene como fin último el
fomento de la investigación histórica de esa ciudad.
El libro es pequeño, realmente el tema tampoco da para
mucho más, y recoge los detalles del paso por Villena de la comitiva organizada
por la Falange para el traslado, a pie y con el féretro sobre los hombros de
correligionarios llegados de toda España, de los restos de su fundador José
Antonio Primo de Rivera, que como se sabe había sido fusilado en la cárcel de
Alicante el 20 de noviembre de 1936. El traslado, en dirección a El Escorial,
se produjo a finales de noviembre de 1939, siendo el paso por Villena el día
21. Posteriormente, en 1959, un nuevo cambio llevaría los restos de José
Antonio hasta el Valle de los Caídos donde reposan en la actualidad, una
decisión que en aquel momento no fue del agrado de todos, como por ejemplo del socialista Indalecio Prieto que desde el exilio apuntaba: “…José Antonio ha
sido condenado a una compañía deshonrosa, que ciertamente no merece, en el
Valle de los Caídos. Se le deshonra asociándole a ferocidades y corrupciones
ajenas”, bueno, es una opinión como cualquier otra, pero que en cualquier caso
da idea del respeto con que la mayoría de sus adversarios se referían a él.
A parte de una pequeña discrepancia entre el autor de
libro y el amigo Carlos Prats que lo presentó, al defender éste la similitud
del traslado con la marcha sobre Roma de Mussolini, personalmente creo que es absurdo,
la presentación me pareció, para mi sorpresa, porque se trataba de exponer
simplemente un pasaje histórico, casi un acto de contrición, a tenor del tiempo
que se dedicó a criticar los excesos de los bandos contendientes en la guerra
civil y las bondades de la democracia. Bueno y que, eso a estas alturas de la
película ya lo sabemos todos, pero porqué hay que recurrir a lo que no son más
que innecesarias justificaciones cuando simplemente se trata de historia, ¿qué
tiene que ver una cosa con la otra?, parece como si en el fondo se estuviese
pidiendo perdón por hablar de José Antonio o de cualquier otro personaje de
nuestros años treinta, ¡a estas alturas!, repito. Por cierto, no es algo que le
pase únicamente al autor del estudio.
Sobre el libro en sí, y ahí está su valor fundamental,
expone detalles referidos a Villena y Comarca de un acontecimiento que en
aquellos momentos trascendió a la prensa internacional y contribuyó a la
definitiva mitificación, rayana con el paroxismo, con la que el régimen de
Franco se sirvió de la figura de José Antonio, de una forma, digámoslo
abiertamente, en la mayoría de las ocasiones desleal con sus ideas. Tiene además
el atractivo de la documentación gráfica que aportan unas fotografías inéditas
hasta el momento, cuya autoría se debe a Giuseppe Croce, capitán de las tropas
italianas que a finales de marzo de 1939 entraron en Villena, y que
precisamente ese 21 de noviembre, tras el funeral que se celebró en la Iglesia
de Santiago, se casaría con una joven de esa ciudad, y que a la postre
desaparecería años después en la batalla de Leningrado en que participó enrolado
en el ejército italiano. Como se ve, historias paralelas que aparecen con forme
se va tirando del hilo de la principal.
Creo que al texto le sobran, por innecesarias, las
repetidas apelaciones a la concordia y al entendimiento que, repito, por obvias
son innecesarias en un texto histórico, más allá de una referencia en el
prólogo o una reseña en el epílogo. Y también algunas licencias que a todas
luces me parecen excesivas: asimilar el traslado de los restos de José Antonio con
los de Felipe “el hermoso” en la loca procesión mortuoria a la que le sometió
su esposa Juana, por mucho que la figura de sus padres, los Reyes Católicos,
hayan sido inspiración para algunos de los ideólogos falangistas, es sin duda
muy atrevido, pero extender esta similitud al traslado del ataúd de Hugo Chaves
por las calle de Caracas, me parece una temeridad.
Al hacer una pequeña semblanza biográfica de José Antonio,
en una siempre necesaria contextualización del estudio, expresa Arnedo Lázaro
su sorpresa al acercarse a la figura del personaje, y en el libro se nota una
favorable impresión que apuntala con citas como las del anarquista Durruti para
quien era “una insensatez y un error capital condenar y fusilar a José
Antonio…, porque con su muerte, si es que llega a consumarse, morirá también
toda esperanza de reconciliar a los españoles antes de muchas décadas”; o del
propio Julio Anguita, a vueltas con el concepto orteguiano, de “unidad de
destino en lo universal”. Realmente Primo de Rivera es un personaje que
mantiene, tras más de setenta años, el interés del público, se demostró en el
gran número de asistentes al acto que glosamos, pero sobre todo en el éxito de
cualquier libro de los que periódicamente ve vienen publicando sobre los más
diversos aspectos de José Antonio.
En definitiva, un libro interesante por los datos que
aporta, si uno es capaz de eliminar lo innecesario.