Durante dieciséis años de mi vida he formado parte del
Ayuntamiento de Beneixama, doce de ellos como alcalde. Como he dicho en otras
ocasiones, ha sido una experiencia única que me llena de orgullo y que
recordaré con satisfacción durante el resto de mis días. Pasados un par de meses
desde que abandoné el cargo no puedo sino agradecer, en primer lugar a mi
familia por el apoyo que siempre he tenido de ellos, y desde luego a mis
compañeros en los sucesivos gobiernos municipales por el inmenso trabajo
llevado a cabo de manera tan desinteresada, fruto del cual son importantes
mejoras en infraestructuras de todo tipo de las que los vecinos de nuestro
pueblo pueden disfrutar. Muchas gracias a todos.
Tantos años de dedicación hace inevitable los buenos y los
malos momentos, pero incluso estos últimos los he tenido por positivos, porque
me han permitido valorar más si cabe la cultura del esfuerzo, el compañerismo y
el afán de dedicación por lo público. Pero es cierto que también me ha dado
ocasión de descubrir y de sufrir, y lo hago con una gran pena, la deshonestidad
y la bajeza moral de ciertas personas, afortunadamente pocas, a las que antes
había tenido por vecinos cabales y responsables, cuando no ejemplares. Y digo
esto, repito, con inmensa pena, porque a partir de determinado momento, curiosamente
en el intervalo de cuatro años en que no ocupé cargo alguno, lo que en todo
caso debería haber quedado como mucho en simples discrepancias políticas,
derivó en denuncias judiciales por parte de personas que ahora me
permito no nombrar, y la aparición de noticias maliciosas en medios de
comunicación que solo tenían como propósito provocar un daño personal. Pongo
por ejemplo una denuncia que en su momento se formuló contra mí por supuesta
malversación de fondos públicos y que fue aireada de forma torticera por
determinados periódicos, los mismos que posteriormente, en un
ejemplo elocuente de falta de profesionalidad, apenas se hicieron eco del
archivo de las actuaciones por parte del Juzgado instructor al no haber
encontrado comisión de delito alguno. Un caso típico de difama que algo queda.
Cuando en 2011 volví a ocupar el cargo de alcalde, con un
holgado apoyo electoral, tuve con mis compañeros que hacer frente a una difícil
situación en las arcas municipales, lo que nos llevó a acometer una importante
reducción de gastos que nos parecían innecesarios y en cualquier caso
inasumibles. Entre ellos estaba la partida de incentivo a la productividad que
los trabajadores municipales perciben por su especial dedicación y por tareas
fuera del horario normal del trabajo. De un examen minucioso de dicha partida
pude deducir la injusticia con que se había distribuido y la falta de un
criterio objetivo, existente en anteriores legislaturas, que venía a beneficiar
a unos frente al resto. La implantación de nuevo de esos criterios objetivos,
más justos y equitativos, supusieron además la reducción de la partida, que
pasó de los 40.625,05 eu. pagados en 2010, a los 30.340,65 en 2011, y 16.210,69
en 2012. Como era de prever ésta medida, que no iba dirigida contra nadie, no
gustó a todos, y fue la causa evidente de que el Ayuntamiento en general y yo
en particular, tuviésemos que sufrir nuevas denuncias y despropósitos.
Una de esas denuncias tuvo como consecuencia la
intervención de la policía judicial en el Ayuntamiento el pasado día 17 de
marzo. Puedo asegurarles que fue uno de los días más tristes de mi vida, y no
porque tuviera ningún miedo en lo personal, que ni lo tenía entonces ni lo
tengo ahora, sino porque como benejamense y como alcalde me sentí humillado y ofendido,
y porque me dolió ver cómo se ponía en tela de juicio la actuación de personas
de las que conozco sobradamente su profesionalidad y su honestidad. El ver como determinados vecinos parecían
alegrarse en las puertas del Ayuntamiento de lo que estaba sucediendo, me
pareció sencillamente repugnante.
De esa intervención policial, por lo que yo sé dado que en
estos momentos no dispongo de información actualizada, se siguen actuaciones de
instrucción por parte de un Juzgado de Villena de las que derivará lo que en
justicia proceda, y parece prudente que no hagamos demasiados juicios de valor
hasta que las mismas hayan concluido; ya he mencionado la experiencia de una
anterior denuncia en aquel caso contra mí, que quedó en nada pero que produjo,
de manera intencionada por quienes filtraron la noticia a la prensa, daños
irreparables. En cualquier caso algunas personas han sido imputadas en este
nuevo asunto, lo que en modo alguno quiere decir condenadas, y sobre al menos
algunas de ellas que conozco bien, no tengo la menor duda de su inocencia, como
estoy seguro que quedará demostrado.
Creo que no es pertinente por mi parte dar en estos
momentos información detallada sobre el contenido de las actuaciones judiciales
a las que un día tuve acceso, y menos hacerlo de forma sesgada, pero sí que
puedo decir, y lo hago obligado por la noticia falsa aparecida en el Diario
Información de Alicante con fecha del pasado 1 de septiembre, que en ningún
momento en dichas actuaciones he sido imputado de delito alguno y mucho menos
detenido, todo ello es falso e injurioso, y promoveré las acciones legales a
que tenga derecho contra los autores de tamañas mentiras. La justicia, como toca ante cualquier denuncia, está actuando, y creo
que lo procedente y lo responsable es dejarla trabajar sin intentar
condicionarla con noticias sesgadas y sacadas de contexto como parece que está
haciendo determinada prensa con tintes sensacionalistas, todo ello a partir de
información filtrada por alguien que debería tenerla a buen recaudo si no
tuviese la mala intencionalidad que demuestra. Habla el periodista de un
supuesto delito por la segregación de unos terrenos que en cualquier caso se
realizó con total transparencia y de la que no hubo apropiación alguna, sino
una simple compra-venta como tantas otras de las que todos los días se llevan a
cabo, y de la que de momento que yo sepa, el Sr. Juez instructor ha hecho caso
omiso.
Por la prudencia a la que antes he apelado, no puedo de
momento ser más explícito, tiempo habrá si es que quedan ganas cuando las
actuaciones judiciales acaben, por ahora no podemos sino lamentar el afán de
algunos por injuriar, por causar daño en lo personal y en lo profesional, sin
ningún miramiento y sin atreverse a dar la cara, utilizando para ello un medio
de comunicación que se demuestra afín a sus propósitos. Triste, realmente
triste, es que algunos entiendan la política y las relaciones vecinales de ésta
manera, pero no está en nuestras manos hacerlos cambiar, solo tener confianza
en que el sentido común de la población en general sepa distinguir a unos y
otros. Utilizar estas fechas para airear falsedades e injurias, precisamente a
las puertas de nuestras Fiestas Patronales en que más población se concentra en el pueblo, no hace sino incrementar la mala intención de sus promotores. Si sus
aspiraciones en ésta vida y hacia la convivencia en Beneixama no son más que injuriar, calumniar
y expandir noticias falaces y malintencionadas, solo podemos sentir por ellos
lástima.