lunes, 28 de febrero de 2011

La sana provocación

          No puedo negar mi simpatía hacia todos esos intelectuales que desde su altura moral, ejercen una sistemática provocación ante las innumerables estupideces del día a día. Frente a ellos hay otros, serviles, dóciles, políticamente correctos, que firman manifiestos o acuden tras la pancarta de manifestaciones multitudinarias en las que ocultar su pequeñez. Nunca he comprendido la normalidad con que se acepta que por ejemplo, a un actor joven en su segunda película, se le califique como intelectual aunque no haya leído en su vida más que media docena de guiones, mientras la opinión de catedráticos o académicos, poco dados a los actos de masas, quede relegada a un puesto irrelevante, simplemente por el hecho de no ser conocidos al no salir su cara en las pantallas.

          Me apunto a los primeros, por eso me gusta leer a gente como Arturo Pérez-Reverte, y por eso les recomiendo este artículo que no es sino una muestra de lo que he querido decir.

http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/584/otra-vez-ganan-los-malos/

domingo, 27 de febrero de 2011

Puntillas y puntazos: dos buenas ideas.

En torno a la necesidad de sobre ponerse al desaliento y de quedar al margen de lo políticamente correcto.

"Lo que no me mata, me fortalece"

"El individuo ha luchado siempre por no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo".

(Friedrich Nietzsche)

jueves, 24 de febrero de 2011

SOBRE UN NUEVO PACTO LOCAL Y EL SENTIDO COMÚN EN LOS AYUNTAMIENTOS

          A la salida del Consejo de Ministros del pasado viernes, el Vicepresidente Primero Alfredo Pérez Rubalcaba anunció el propósito del Gobierno de iniciar una profunda reforma de lo que conocemos como Pacto Local. La primera ley que abordaba estos aspectos tras la promulgación de la Constitución data de 1985, y desde entonces se han ido produciendo sucesivos cambios, pero ninguno de ellos hasta el momento, ha colmado las aspiraciones del movimiento municipalista.

          Los ayuntamientos en España acaparan cada vez más competencias, que no son sino más servicios que deben prestar a los ciudadanos, y que a su vez se traducen en más gasto, sin que la financiación obtenida para hacerle frente haya ido en paralelo. Es sobradamente conocido el esquema de distribución del gasto público según el cual, en un país de estructura federal como es el nuestro, debería repartirse a partes iguales entre Estado, Autonomías y Municipios. Alcanzar este equilibrio fue una reivindicación recurrente de las autonomías mientras el grueso se concentraba en el Estado, pero ahora que la situación ha cambiado de manera extraordinariamente positiva para ellas, parece que se les ha olvidado la necesidad de que los municipios alcancen su tercio.

          Conseguir ese trasvase de Comunidades Autónomas a municipios es lo que se conoce como segunda descentralización, la expresión se escucha mucho en determinados foros políticos, pero los avances en ese sentido son más que modestos. Recuerdo unas jornadas dedicadas a fiscalidad local en que me atreví a interpelar al ponente sobre cual era el motivo de tan lento avance: los Ayuntamientos no votan en el Congreso, y aunque los partidos políticos son los mismos en un lugar o en otro, los alcaldes, por grandes que sean las ciudades que rijan, nunca tendrán el poder de “convicción” de un grupo de diputados nacionalistas, a cuyo rebufo por cierto van es resto de los gobiernos regionales, tengan la ideología que tengan.

          Así pues, la reforma del Pacto Local lo que buscaría sería una mayor financiación para los pueblos y ciudades; pero por mucho interés que, supongamos porque yo no lo creo, ahora se tuviera por parte de todos, la situación de grave crisis económica que padecemos no aventura que pueda aumentar de forma significativa en el corto plazo. Pero entonces, si es difícil que los ingresos suban, ¿qué pueden hacer los Ayuntamientos? La verdad es que lo tienen crudo, porque en años de vacas gordas han incrementado de forma inconsciente sus gastos ordinarios, han ampliado plantillas de manera alocada, por cierto, muchas veces para enchufar a un montón de amiguetes, se han endeudado hasta las cejas…, y ahora, cuando la sequía de la crisis ha hecho adelgazar a todo bicho viviente, vienen las lamentaciones. Se de casos, y me muerdo la lengua para no decir nombres, en que ha sido precisamente en estos malos momentos cuando de forma temeraria, se ha producido ese endeudamiento y esa vertiginosa subida de gastos ordinarios; enfin…, también hay gente que asa la mantequilla.

          No se que ocurre en otros países de nuestro entorno cuando los alcaldes actúan con tal negligencia, que al final acaban pagando de sus bolsillos los ciudadanos a través de sus impuestos, recordemos, unos ciudadanos que de puertas para dentro de sus propias casas, también atraviesan en muchos casos una difícil situación, pero además de un severo correctivo en las urnas, uno echa de menos algún tipo de responsabilidad legal que evite tan lamentables bancarrotas por su acción manirrota.

          Un nuevo Pacto Local hace falta sí, y una mejor distribución de los recursos financieros entre las instituciones; también una clarificación de los servicios que debe prestar cada cual de forma que se eviten duplicidades y vacíos, pero por encima de todo unas cuentas claras y correctamente administradas y unos límites presupuestarios que bajo ningún concepto puedan rebasarse por los caprichos de nuestros gobernantes, por muy democráticamente que éstos hayan sido elegidos.

domingo, 20 de febrero de 2011

LOS SUEÑOS Y LA HISTORIA. Una conferencia de Jacobo Siruela

          El pasado día 15 el escritor y editor Jacobo Siruela pronunció una conferencia en la Fundación Juan March que me ha parecido interesante. Se trata de reflexión en torno al papel de los sueños en tanto en cuanto fenómeno histórico y cultural. La conferencia a su vez tiene su origen en un libro que acaba de publicar con el sugerente título de El mundo bajo los párpados. Un pero no obstante en cuanto a la forma: se nota que es leída y en estos casos lo que se gana en precisión se pierde en naturalidad e interés de los oyentes; pese a todo el contenido vale la pena.


          Ciertamente, al menos para los no estudiosos del tema, los sueños en los tiempos actuales han caído en el olvido; es verdad que casi nunca tuvieron demasiada buena prensa, primero porque para la Iglesia eran un elemento diabólico y después, con el racionalismo estrenado en la Ilustración, porque suponían materia de difícil constatación experimental. Tendría que llegar Sigmund Freud (1856-1939) con su famoso psicoanálisis para que volvieran a tener relevancia, pero solamente como expresión simbólica del subconsciente, o como dice Siruela, como meros indicativos de patologías. Tan populares llegaron a ser las teorías del neurólogo austriaco que quizás llegó a provocar una especie de hartazgo que justificaría su actual olvido.

          La perspectiva desde la que Jacobo Siruela acomete el tema me ha parecido original; no se trata solamente de analizar la historia de los sueños, sino fundamentalmente de constatar la influencia que éstos han tenido en el curso de la historia, así como que a partir de determinados cánones, adoptan formas diferentes en función del ambiente vital de cada soñador; sin prejuicios que condicionen, se es más libre mientras se sueña, por lo tanto su contenido, correctamente interpretado, puede ser mejor testigo histórico que otros muchos hechos “reales”. Tomando una frase de Hegel que utiliza el conferenciante, “Si reuniéramos los sueños de un determinado momento histórico, veríamos surgir una exactísima imagen del espíritu de ese periodo”.

          Siruela cita como ejemplos sueños de gente que vivió la época nazi, pero también los que tuvieron personajes tan dispares como Aníbal, Abraham Lincoln, Cicerón, Sócrates o Nietzsche, por citar algunos; a través de ellos podemos observar determinados modelos oníricos repetidos durante distintos episodios históricos, así como que, tal y como se ha dicho anteriormente, esos fenómenos han tenido una influencia decisiva en los distinto movimientos históricos, hasta el punto otorgar por ejemplo a los famosos tres sueños de Descartes la cualidad de haber sido decisivos en el inicio del pensamiento moderno.

          La conferencia en fin, es una reivindicación del papel de los sueños, y creo que se pueden extraer interesantes conclusiones tras escucharla.

viernes, 18 de febrero de 2011

Una de Neruda

          En una anterior entrada, el poeta chileno Pablo Neruda no quedó muy bien. No eran comentarios míos sino referencias de Carlos Morla, autor del libro comentado. Realmente autor y obra no tienen porqué ir de la mano en cuanto a expresión de la calidad humana. En ocasiones vale la pena no conocer demasiado al primero porque puedes llevarte grandes desilusiones. Nos quedamos pues con la obra, tan buena, que sobran las palabras. Para muestra un botón archiconocido pero expectacular.    

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.

Que paseis un feliz fin de semana.

Puntillas y puntazos: Sobre la honestidad

La verdad es la mejor defensa de la honestidad, aunque necesite su tiempo.

"¡Hay señor! ser honesto, tal como va el mundo es ser un hombre escogido entre diez mil."
 (William Shakespeare)

domingo, 13 de febrero de 2011

ESPAÑA SUFRE. Diarios de guerra en el Madrid republicano

de Carlos Morla Lynch

          Al menos desde su última edición (2008. Editorial Renacimiento), España sufre. Diarios de guerra en el Madrid republicano, se ha convertido en lectura imprescindible para quien quiera adentrarse en los vericuetos históricos de nuestra guerra civil, no en vano empieza a figurar en las bibliografías de cualquier estudio que se publique desde entonces. Pero empecemos por el principio, ¿quién es Carlos Morla Lynch?

          Nacido en París en 1885, donde su padre era diplomático, él mismo siguió los pasos familiares y ejercerá también esa carrera a servicio de su país, Chile. Destinado en aquella ciudad entre los años 1920 a 1928, su casa se convertirá en uno de los cenáculos más conocidos de la intelectualidad del momento. Tras su traslado a Madrid en 1929, con cierto desagrado suyo y de su familia, su nuevo domicilio seguirá siendo lugar obligado de reunión para los intelectuales más vanguardistas de los fecundos años republicanos. Pedro Salinas, Rafael Alberti, Samuel Ros, Eugenio d´Ors, Azaña, Ortega, Mourlane, Neruda, Lorca,… componen una larga lista en la que comunistas, falangistas, monárquicos y socialistas compartirán una naturalidad creadora trágicamente interrumpida con el estallido bélico. Especial será la relación con el poeta granadino, protagonista de la primera parte de sus diarios hasta  el punto de publicarse bajo el título de En España con Federico García Lorca. Finalizada la guerra es trasladado a Berlín y después a Suiza, Suecia y Holanda, regresando de nuevo a Madrid en 1964, ya jubilado, donde vivirá sus últimos años. Tal y como lo define Andrés Trapiello en el prólogo del libro, Morla era políticamente un liberal de izquierdas; mundano, culto, extrovertido, juicioso, asequible,… tras las primeras reticencias quedará definitivamente prendado de una España cruel y a la vez humana, capaz a un tiempo de cometer las mayores atrocidades y hazañas.
          El Diario comienza el 25 de julio de 1936 y acaba el 29 de marzo de 1939; durante todo este tiempo, día a día sin excepción, se anotan los hechos más importantes a los que su autor ha de enfrentarse con una sinceridad y sencillez expositiva que confieren al relato una extraordinaria viveza y claridad, convirtiéndolo en un testimonio excepcional. Partidario de la victoria del Frente Popular, reflexiona sin embargo del descrédito en que el mismo ha caído ocasionado por la actitud cruel adoptada por los milicianos más radicales, fundamentalmente anarquistas, socialistas y finalmente comunistas, así como por la desorganización de un Gobierno que desconcierta a los suyos tras su huida temprana a Valencia, y que desde el primer momento se verá completamente superado por las milicias, férreamente dirigidas desde sus respectivas organizaciones políticas o sindicales, y que tan frecuentes episodios de guerra civil dentro de la guerra civil protagonizarán.         
          Los intentos de canje de asilados por prisioneros, las operaciones de evacuación, los recelos de las potencias extranjeras, especialmente Francia, hacia esos evacuados y exiliados, primero de un bando y después de otro, las continuas negociaciones con los responsables gubernativos, el miedo por el posible asalto de las embajadas por parte de los milicianos, los espías de unos y de otros, el hambre y el paso de la euforia hacia el profundo decaimiento de los madrileños, etc., son todos ellos episodios a los que Morla presta puntual atención. Es difícil quedarse con dos o tres solo para desarrollar este comentario, pero aún a riesgo de equivocarnos sobre su peso específico en el total de la obra, podemos elegir por ejemplo sus anotaciones del mes de septiembre de 1938 respecto a Hitler o a la reunión que celebraron en Múnich Chamberlain, Deladier, Hitler y Mussolini. Respecto a un discurso del primero escribe: “Su tono es firme, pero conciliador”, “hay gente en la calle que habla del discurso sin indignación y hasta lo aprueba”…, “Yo no creo en un conflicto armado. Desde luego Chamberlain ha declarado que no se puede precipitar nuevamente al mundo en una catástrofe por esos tres millones de sudetes” (se refiere a la anexión alemana de la región de los Sudetes, perteneciente a Checoslovaquia). Respecto a la reunión de Múnich, “La situación internacional se despeja. No creo en la guerra”, “La reunión de “los cuatro” de Múnich se ha desarrollado en un ambiente de cordialidad. “La paz se ha salvado, duerman tranquilos”, dicen”. Evidentemente Morla estaba equivocado en sus apreciaciones; para desgracia de Europa pocos meses después se desencadenará la segunda guerra mundial, tiempo en el que además se cometerán los más graves crímenes de la mano fundamentalmente de Hitler. Esto nos provoca una necesaria reflexión: Carlos Morla, diplomático y por lo tanto muy al corriente de los acontecimientos internacionales de los que evidentemente tenía información privilegiada, sufre un evidente engaño respecto a las atrocidades que después se producirán en la Alemania nazi, ese mismo engaño lo padecerán sectores españoles que por entonces veían en ese país el paradigma del desarrollo y del bienestar. El equívoco por otra parte, no será muy diferente del que con posterioridad padecerán sectores de la izquierda con respecto al “paraíso” soviético.
          Otro aspecto que llama la atención son los comentarios sobre el comportamiento de determinados intelectuales durante la guerra y fundamentalmente cuando ésta va llegando su fin, y la profunda decepción que ello provoca en Morla. Los casos más llamativos quizás sean los de Rafael Alberti, su compañera María Teresa León, y el poeta Pablo Neruda. Morla es un profundo conocedor de su obra y los admira, pero no puede más que criticar su forma de vida: “Bebé (esposa de Morla) cuenta su visita con Neruda y Delia a la “Alianza Intelectual”, establecida en la casa incautada de los marqueses de Heredia-Spínola. Allí están los Alberti, en departamentos espléndidos. María Teresa León tronando. Cotapos –que en el fondo es un humorista- le ha mostrado a Bebé, sin falso rubor, su habitación. Es la habitación de la marquesa. Duerme en una cama llena de cortinajes y pieles de armiño. Este es el comunismo. Los moradores tenían, sin embargo, caras largas ante el temor de que todo aquello durara poco”. Cuando el siete de noviembre de 1936 el Gobierno se traslada a Valencia, “Pablo Neruda, aterrado, no pensando más que en sí mismo, cierra el Consulado (en aquel momento era diplomático de Chile). Se va mañana temprano, por la carretera de Valencia. La única libre, con los Alberti y Delia del Carril, naturalmente”. “¡Que van a querer que se termine la guerra! Alberti vive ahora en una casa preciosa, moderna, elegante,…”, sin duda, autor y obra no tienen por qué merecer siempre calificaciones similares, hacerlo puede resultar un ejercicio de maniqueísmo.
          Como pone de relieve Trapiello, la última parte del Diario quizás contenga las páginas más apasionantes. Se refieren a la “sedición comunista de marzo del 39”, en que fundamentalmente el coronel Segismundo Casado y el dirigente socialista Besteiro, intentarán poner fin a la guerra negociando con Franco una “paz digna” que acabe con la sinrazón del Presidente de Gobierno Juan Negrín, que aún sabiendo que la contienda está irremediablemente perdida, sigue lanzando a miles de soldados, al final casi niños, a una muerte sin sentido. El juicio de Morla al respecto es contundente, el 22 de enero de 1939 escribe “La resistencia obedece a intereses creados. En la casa de enfrente, sede de unos milicianos, se ven entrar camiones llenos de comestibles. Están bien alojados, tiene automóviles, comen bien, tienen lumbre, y todo lo perderán cuando la guerra se acabe. Hay muchos en esta situación. Por eso resisten. Por eso resiste Negrín”. Morla siente verdadero aprecio hacia Besteiro y Casado, “Es un valiente” dirá refiriéndose al militar, y no pierde ocasión para señalar a los que considera responsables de las últimas crueldades: “El trato dado a los prisioneros por los comunistas es atroz” (día 14 de marzo de 1939), y así un montón de referencia más. Pero la guerra va llegando a su fin y el desasosiego lo invade todo, “Cuando cayó Bilbao sentí pena, también cuando cayó Santander. Pero hoy no. Son demasiadas las brutalidades que han hecho los hombres del Gobierno” (día 26 de enero de 1939). Pero inmediatamente surge un temor: ante unas opiniones dadas por una emisora de radio de Salamanca respecto a las luchas entre la Junta de Defensa y los comunistas, en el sentido de que “los nacionalistas contemplan apaciblemente, desde la Ciudad Universitaria, cómo se matan los republicanos entre sí en la capital”, Morla exclama “Si Franco está de acuerdo con estas declaraciones, cae de su peso que, por un exceso de vanidad, no quiere renunciar a su ofensiva, cueste lo que cueste. No acepta pues ninguna clase de negociación… aunque ésta se reduzca, de un lado, a una simple petición de clemencia” (día 13 de marzo de 1939). Al mismo tiempo da testimonio de escenas extraordinarias, “El miliciano, que viene de las trincheras de la Ciudad Universitaria, nos cuenta hechos emocionantes, cómo en un asalto de una trinchera a otra, los soldados de uno y otro bando se abrazaron llorando”, evidentemente ya se había soportado demasiados meses de sufrimiento.
          Llegan las últimas horas de la guerra, ante la entrada en Madrid de los primeros soldados nacionales “No hay un solo grito de hostilidad, ni agresión de nadie. Es el mismo ambiente carnavalesco del catorce de abril, al ser proclamada la República”, pero Morla no pierde de vista a los nuevos asilados que ahora entran en su embajada, unos saliendo alegres y otros entrando preocupados por la misma puerta y en el mismo momento, “En medio de este indescriptible jaleo, me acuerdo de los cuatro asilados que han ingresado anoche y subo a verlos. Tengo el compromiso de defenderlos como defendí a los otros. Son cuatro médicos. Están en el piso vacío de arriba. Hay un colchón en el suelo. Hasta ellos llega el alborozo de la calle” (día 28 de marzo de 1939). Una dedicatoria en un libro que alguien deja en su escritorio resume el sentimiento de muchos hacia el diplomático, “Para Carlos Morla, amigo en los momentos en que hace falta tenerlos”, sin embargo otros le pagarán con la indiferencia cuando no con el desprecio, así es la vida.    


martes, 8 de febrero de 2011

Puntillas y puntazos: ley y libertad

¿Pueden perseguir la libertad quienes incumplen las leyes, por mucho que se llenen la boca proclamándola?, oigamos la voz de los clásicos:

"Todos somos servidores de la ley para que podamos ser libres"
(Cicerón)

domingo, 6 de febrero de 2011

Una conferencia de Carmen Iglesias

          El pasado dieciocho de enero la historiadora Carmen Iglesias Cano (Madrid 1942), realizó una conferencia en forma de entrevista en la Fundación Juan March (he puesto un enlace directo en el apartado “A mí me ha gustado, te lo sugiero”, por si es de vuestro interés). Iglesias está especializada en pensamiento político y sin duda es una de las grandes historiadoras actuales de nuestro país. Autora de numerosos estudios y libros, pertenece a varias Academias, entre ellas la Real de la Lengua, de la que ha sido la cuarta mujer en ingresar.
  
          El principio de la entrevista nos da a conocer algunos datos biográficos y de gustos personales, que resultan de interés para entender aspectos posteriores: la pasión temprana por la lectura y de forma especial por la ficción; la pertenencia a grupos clandestinos universitarios en los años sesenta en los que esta institución era como un oasis de liberad y de reflexión a la luz de las enseñanzas de grandes maestros como Luis Díaz del Corral, José Antonio Maravall Casesnoves o Francisco Rodríguez Andrados; el cargo de tutora y profesora de Humanidades primero de la Infanta Cristina y después del Príncipe Felipe; su especialización en cultura griega, etc.

          En la conferencia Iglesias reflexiona sobre distintos aspectos ciertamente interesantes, pero entre ellos creo que merecen ser destacados algunos, como por ejemplo la relación siempre difícil pero complementaria entre realidad histórica, o mejor estudios sobre historia, y ficción histórica. En algún sitio he comentado que desde mi punto de vista, si los primeros nos muestran la cronología, las causas y las consecuencias de lo que sucedió, los segundos nos transmiten el alma de cada época; el peligro, en su caso, está en tomar al pie de la letra la ficción cuando se refiere a la historia, por muy bien que ésta esté escrita. El ejemplo que propone no puede ser más oportuno: la Generación del 98; Pío Baroja, Valle Inclán, un poco antes Pérez Galdós, etc. son unos novelistas geniales que como nadie retratan las inquietudes y las circunstancias de un país en declive al que su historia le produce una gran dolor, pero quedarnos ahí, no analizar realmente dicha historia como fue, no haría sino contribuir a alimentar otro de los aspectos preferidos de la autora y que centra en buena medida su último libro (No siempre lo peor es cierto. Galaxia Gutemberg, 2008): la Leyenda Negra.

          Otro reflexión que resulta especialmente interesante en estos momentos en España, al hilo precisamente del todo el movimiento generado en torno a la ley de Memoria Histórica es el de la necesidad de fijar cual es el momento final de los enfrentamientos, cuando se ha conseguido el equilibrio entre la reparación a través de la justicia y la necesidad de remontar los resentimientos con el fin de que la sociedad avance y pueda mirar hacia delante. Sus comentarios sobre la búsqueda de los restos de Federico García Lorca, que no hace muchos meses llenó las páginas de los periódicos, nos aclaran la necesidad de discernimiento sobre lo que es propiedad de todos: la herencia cultural e intelectual de su autor, y lo que solo pertenece a su familia: los restos, los huesos, el polvo del poeta asesinado, una reflexión interesante extrapolable a multitud de ejemplos.

          El tercer aspecto de la conferencia a comentar es el de la educación en valores, donde la ejemplaridad pública de las personas y de las cosas se convierte en piedra angular en la formación de las nuevas generaciones, y en las que cualquier tentación de adoctrinamiento ideológico y de ingeniería social por parte de los poderes públicos es su mayor peligro, retroalimentado por el inevitable sentimiento de pertenencia al grupo, por cuanto las responsabilidades individuales se diluyen en una masa amorfa capaz de las mayores atrocidades. La necesidad pues de reforzar la libertad y la responsabilidad particular del individuo.

          La conferencia termina con una breve pero contundente advertencia sobre el maniqueísmo: derechas-izquierdas, buenos-malos, etc., y un compromiso con unas reglas de racionalidad por parte de todos que permitan construir un mundo y unas instituciones suficientemente amplias y flexibles en las que todos quepamos. Este asunto del maniqueísmo tiene una importancia capital en una sociedad tan pendular como la nuestra, por lo que en algún momento deberíamos meditar extensamente sobre el mismo.

          Como de cualquier autor que nos mueva a la reflexión, con Carmen Iglesias lo mejor que podemos hacer es leer sus libros, por lo que he podido comprobar, es una gozada.

viernes, 4 de febrero de 2011

Nota aclarativa

          Como los lectores habrán podido observar, este es un blog personal donde se exponen, con más o menos acierto, argumentos literarios, históricos, económicos y en algún  caso, espero que lo menos posible, políticos. Quien esto escribe lo hace a cara descubierta y tratando de conjugar sinceridad con sosiego. Siempre he pensado que cada cual es libre de expresar sus ideas, sean cuales fueren, guardando el respeto y por supuesto responsabilizándose de lo que dice. 
          Afortunadamente se están empezando a realizar comentarios por terceras personas, lo que a mí me satisface inmensamente, pero creo que esto podría degenerar si dichos comentarios se efectúan de forma anónima. Es por ello que he tomado la decisión de que quien haga uso de esa herramienta deberá estar suficientemente identificado (nombre completo, domicilio, etc.) para que se publique. Creo que es algo de sentido común, no se puede tener un diálogo con alguien a quien no se le ve la cara.
          Saludos y que paseis un buen fin de semana.