lunes, 2 de enero de 2012

Nuevos comentarios sobre la crisis


Para muchos el tema seguramente resultará aburrido, es más, estarán más que hartos de oír hablar de crisis, pero para otros, entiéndase en este caso la curiosidad profesional, todo lo que se hace o se deja de hacer en torno a ella es como una enciclopedia de nueva economía en la que uno, en cuanto a miembro de la sociedad que la padece, es protagonista, si se quiere agónico, pero protagonista al fin y al cabo en primera persona.

Recordemos como se inició esta crisis: primero fueron algunos bancos americanos quienes la sufrieron como consecuencia de los llamados activos tóxicos (cuantos conceptos nuevos estamos aprendiendo), de origen fundamentalmente inmobiliario. De ahí se contagió todo el sistema financiero sobre todo norteamericano y europeo, pero será al final en nuestro continente, específicamente en la zona euro, donde adquiera mayor virulencia al poner entre las cuerdas a aquellos países con mayores índices de endeudamiento respecto a su PIB, o lo que es lo mismo, con sus cuentas menos saneadas. El recorrido pues viene de lo sectorial a lo general, y de ello podemos sacar una primera conclusión: las crisis globales al estilo de la del 29, que parecían cosa de la historia en cuanto que la economía se había estabilizado en torno al movimiento ondulante de los ciclos, no son cosa del pasado, pueden seguir produciéndose con igual o incluso mayor virulencia.

Si diseccionamos todo el proceso encontraremos al inicio una expansión artificial del crédito, por lo tanto un primer fallo: los bancos centrales, que son los órganos reguladores encargados de supervisar las grandes cifras macro fallaron, bajaron excesivamente los tipos de interés, expandieron el crédito de manera forzada y todo ello con el beneplácito de los respectivos estamentos políticos. Segunda conclusión: la influencia de los Estados en la economía forzando un crecimiento artificial de creación de riqueza (y consecuentemente de victorias electorales), es mala, por lo tanto, no hace falta más Estado y menos mercado, sino bien al contrario, un mercado más libre y transparente, controlado en el sentido de que los bienes y servicios que se manejan, entiéndase productos financieros, sean comprensibles para los inversores, de manera que nadie nos venda gato por liebre.

La consecuencia de aquella expansión es que se ha pasado al otro extremo es decir, a una fuerte contracción del crédito para las familias y las empresas, agravada por la competencia que en los mercados de capitales supone la inmensa oferta de deuda soberana (deuda pública de los diferentes países). Tercera conclusión: a grandes etapas de crecimiento, fundamentalmente cuando éste ha sido en buena parte artificial, siguen fuertes etapas de depresión hasta lograr que el mercado se equilibre, por lo tanto, son deseables crecimientos y correcciones más suaves, y para ello hay que buscar fórmulas.

Las medidas que se han adoptado por parte de las autoridades han sido en primer lugar las ayudas directas a los bancos (personalmente echo de menos una clara exigencia de responsabilidades a muchos de sus gestores), y después ayudas a la llamada economía real (la no financiera), para lo que sobre todo Estados Unidos y Europa se han saltado algunos de sus compromisos en cuanto al libre comercio internacional, pero bueno, quien es capaz en estos momentos de mirar la paja en el ojo ajeno… Se pretende aumentar el poder adquisitivo de la economía a través de un sistema de garantía o de bonificación de tipos de interés por ejemplo. En cuanto a las medidas adoptadas reconozco mi incapacidad para sacar conclusiones, son en todo caso medidas excepcionales para situaciones excepcionales, de cualquier forma, ojala cuando empiecen a dar sus frutos, nuestros gobernantes no las prolonguen en exceso en el tiempo porque si no podríamos llegar de nuevo al principio, a una expansión artificial de la economía, con buenos réditos electorales pero fatales consecuencias económicas. Podremos comprobarlo dentro de un tiempo…, si es que salimos de esta, claro.