domingo, 6 de enero de 2013

2013, ¿suma y sigue?


Un año más y ya van cinco, la crisis y sus consecuencias abre telediarios, llena conversaciones y pinta caras de desánimo por doquier. Como era de prever, las cifras de consumo en las Navidades recién terminadas han sido menores, consecuencia directa de la menor capacidad de gasto que las cifras de desempleo y la incertidumbre general provocan. Pese a ello se han creado más empleos de los esperados en diciembre, un mes normalmente bueno es este sentido por su carácter estacional.

Macroeconómicamente solo el turismo y por otro lado las exportaciones nos dan alguna alegría, pasando del 24% del PIB en 2009 al previsto 35% en 2013. El dato no es menor porque estas cifras no solo contribuyen a equilibrar nuestra balanza de pagos sino que demuestran que la productividad fundamentalmente industrial mejora, es decir, que las empresas exportadoras están, con la que está cayendo, disminuyendo sus costes y por lo tanto la competitividad de sus productos frente a los que se producen en otros países: el ritmo de crecimiento de nuestras exportaciones se sitúa en el 7%, frente al 4,5% de media mundial.

Pero en el 2013, ¿qué pasará?, ¿realmente son creíbles los mensajes dados durante estos días por el presidente del Gobierno y los ministros de Economía y Hacienda, en el sentido de que será el año del cambio de tendencia?, a poco que nos asomemos a los periódicos económicos veremos que hay analistas para todos los gustos, hay quienes creen que así será y los que opinan que con tanto recorte solo conseguiremos hundir más la economía. Si en algo parecen coincidir es en que debe seguirse con las reformas, que hay que continuar cambiando lo que no funciona y eliminando ineficiencias. Vale la pena detenernos en un aspecto nuclear del tema, y que no por sabido, debemos obviar, porque ha de ser una de las grandes lecciones que durante generaciones deberíamos recordar, se trata del déficit público.

  1.        El déficit público es insostenible y hay que reducirlo por encima de todo. Solo en 2011 el Estado gastó quince billones de pesetas más de los que ingresó, déficit acumulable al del resto de años. No existen unas reservas propias con las que cubrir todo este dinero que nos falta, por lo que lo tenemos de pedir prestado; como la deuda es muy grande y el riesgo de insolvencia elevado, quienes nos lo prestan piden mayores intereses, ahí entra en juego la famosa prima de riesgo.
  2.      Para reducir el déficit hay dos caminos, aumentar los ingresos vía impuestos o reducir los gastos. Aumentar los ingresos supone pagar más IVA, más IRPF, más tasas…, en 2012 lo ha estado haciendo el Estado, las Autonomías y los municipios, pero ello reduce la capacidad de gasto de empresas y familias, y por lo tanto deprime aún más la economía. Disminuir gastos supone adelgazar las administraciones, disminuir el número de empleos públicos y por lo tanto más paro, recortar algunos servicios que reciben los ciudadanos, etc.      

Ante esta situación, ¿qué es lo que va a pasar en 2013? Pues evidentemente que las cifras de paro provenientes sobre todo del sector público van a crecer considerablemente; ahí los políticos tendrán que ser hilar fino porque se trata de adaptar el tamaño de la administración a nuestras posibilidades reales, mermando lo menos posible la calidad de los servicios públicos. La reforma de las Administraciones Públicas es inaplazable y cuanto antes se asuman sus costes, por dolorosos que estos sean, mejor. Las ineficiencias existentes claman al cielo y están en la mente de todos.

Se completará la reforma financiera y también aquí aparecerán por desgracia nuevas cifras de parados, pero en tanto no se complete la reorganización bancaria, provocada entre otras cosas por la pésima gestión fundamentalmente de las Cajas de Ahorro, regidas en muchos casos más por criterios políticos que técnicos, y la lamentable supervisión efectuada por el Banco de España, no volverá a fluir el crédito a familias y empresas, y sin ello la recuperación general de la economía será imposible.

Es necesario que se ofrezcan instrumentos de reactivación de la economía y apoyo a las empresas, de esa forma se crea empleo, se aumenta el consumo y por lo tanto las transferencias de dinero, y aumentan los ingresos públicos por la mayor recaudación sin tener que incrementar aún más los tipos impositivos. La forma de hacerlo es difícil, destinar dinero público para ello en grandes cantidades parece una quimera estando el déficit como está, pero si es muy importante la eliminación de trabas administrativas, la implantación de un mercado único efectivo por mucho que clamen las voces siempre airadas de los nacionalistas, la revitalización de la marca España y el aumento de confianza de los inversores internacionales para que incrementes sus inversiones y además disminuyan los intereses a pagar, etc.   

Efectivamente todo parece indicar que 2013 no será, aún, un buen año, pero desde mi punto de vista es el trago amargo que nos queda por tomar para ver el futuro más despejado. Si las reformas van completándose, si la cuerda social no se rompe porque de una vez por todas nuestros políticos y agentes sociales son capaces de llegar a acuerdos mínimos, si dedicamos más tiempo a mejorar nuestro cada uno su entorno y menos a criticar siempre a los demás, …y también si la señora Merkel nos echa una mano, pese a las elecciones que tiene para septiembre, la confianza irá aumentando y el oscuro túnel terminándose. Espero no cometer ninguna frivolidad si me despido animándoles en la difícil tarea.