Hoy domingo se ha hecho pública una encuesta del diario El País, según la cual el Partido
Popular habría perdido desde las elecciones generales del pasado año quince
puntos, situándose por debajo del 30% en intención de voto. En principio es de
suponer que el dato debe preocupar a los responsables de la formación política,
aunque en el fondo no creo que no lo esperaran. En 2012 se han hecho las
mayores reformas y ajustes en las cuentas públicas al menos desde el Plan de
Estabilización de 1959, ajustes que nos han afectado de una y otra forma a
todos los españoles, por lo que es normal que el enfado de muchos de los
afectados se deje entrever en la encuesta. Reducir el déficit público como se
ha hecho, en un momento en que los ingresos han sufrido una caída del 1,5%, no
es tarea fácil, pero parece, a falta de los datos definitivos de 2012, que se
está logrando.
Pero junto al anterior, también hoy en otros medios
aparecen algunos datos económicos que al menos dejan entreabierta la puerta de
la esperanza. En la tercera de ABC el
economista Alberto Recarte resume esa esperanza en un recomendable artículo en
el que valora los esfuerzos realizados, gracias a los cuales no solo se habría
salvado España de la quiebra y por lo tanto del impago de sus deudas, situación
que nos hubiese acarreado consecuencias catastróficas económica, social y
políticamente hablando, sino que además hubiese situado al propio euro al borde
del abismo, lo que hasta hace muy poco tiempo era anunciado por más de uno.
La prima de riesgo cerró el viernes a 331 puntos, cuando
en julio pasado alcanzó la vertiginosa cifra de 632 puntos, el dato es bueno,
pero hay que esperar que la tendencia se consolide, de ser así, el coste de la
deuda disminuirá, y con ello nuestro déficit público, pero además lo mismo
pasará con las empresas que, como ya han hecho en emisiones de estos primeros días
de enero, se financiarán más barato. Ya hablamos del aumento de las
exportaciones gracias a la mejora en la competitividad, fundamentalmente por la
reducción de los costes internos, en parte salariales y por lo tanto, a costa
del factor trabajo. Por otra parte los inversores extranjeros, imprescindibles
para la recuperación, vuelven a confiar en nosotros, y desde noviembre de 2011
que tenían casi 310.000 millones de euros de deuda pública en sus manos que
pasaron en agosto de 2012 a 192.000, vuelven a tomar posiciones pasando de
214.000 en el mes de noviembre pasado; buen síntoma teniendo en cuenta que el
Tesoro espera emitir en 2013 entre 215.000 y 230.000 millones, algo menos que
en 2012.
Si finalmente los buenos augurios se consolidan, quizás la
tendencia en las encuestas de intención de voto cambien para dentro de tres
años, pero si no lo hacen, al menos los libros de historia podrán decir que el gobierno
que rigió los destinos de este país en tan difíciles condiciones, tomó
decisiones de Estado, sin preocuparle el castigo electoral.