sábado, 21 de septiembre de 2013

LA ECONOMÍA A DIA DE HOY

En los últimos días se han sucedido una serie de buenas noticias sobre la marcha de la economía española: la cifra de las exportaciones está en máximos históricos y la balanza de pagos casi equilibrada, aunque aquí juega mucho la disminución de las importaciones por la atonía de la demanda interna; el turismo bate récords; el dinero empieza a entrar en España, aunque aún no para proyectos industriales de importancia que supongan generación de empleo; la prima de riesgo cerró ayer a 235,50 puntos, mejorando su diferencial con la italiana y reduciendo los costes financieros de la deuda; y el americano Morgan Stanley emite un informe animando a la inversión en nuestro país con el elocuente título de ¡Viva España!; entre otras.

Pero también está la otra cara de la moneda: el déficit de las administraciones públicas sigue aumentando hasta situarse en julio en el 5´27 % del PIB frente al 6´5 anual previsto, lo que indica que la reforma de todas ellas, con la consiguiente disminución de gastos, no se está haciendo en toda su dimensión; la deuda pública total se acerca al 93 % del PIB, aumentando en el caso del Estado y las Comunidades Autónomas y disminuyendo solo en los Ayuntamientos, precisamente las entidades más dependientes; la tasa de morosidad bancaria sigue aumentando; el crédito no fluye y por lo tanto las empresas tienen extremas dificultades para financiarse, y sobre todo, el paro no se reduce si eliminamos el factor estacional del verano, o al menos no lo hace en las tasas deseables.

Efectivamente, hay una cara y una cruz, pero algo ha cambiado para bien: ya nadie habla de la intervención de la economía española como sucedía hace poco más de un año, ¡a cuantos agoreros se les han olvidado sus predicciones! (y es que al parecer hay mucho economista con frustrada vocación de ministro). En cualquier caso las cifras macroeconómicas son mejores cada mes que pasa, aunque nadie duda que esta mejoría tardara en trasladarse a las familias y las pequeñas empresas; aun queda mucho sacrificio por delante.

Pero también hay factores preocupantes que no deberíamos descuidar. La Administración está sobredimensionada y las reformas deben hacerse ahora o nunca, si la situación mejora levemente y estas siguen en cartera, es muy posible que a nuestros políticos se les olviden, porque ahí entran en juego sus propios intereses particulares, y esto sería malo porque seguiríamos con una administración excesiva, ineficiente y costosa, que continuaría absorbiendo unos recursos que hacen mucha falta para la economía productiva.

La prima de riesgo ha mejorado respecto a la italiana porque allí la inestabilidad política es mucho mayor que la nuestra, pero la deriva que está tomando el asunto catalán no hace esperar nada bueno; sus dirigentes siguen empeñados en dar al proceso independentista que han impulsado un tono de normalidad, como si no tuviese consecuencias más que positivas, como si, a modo de bálsamo de Fierabrás la independencia supusiese la solución automática de todos los males de aquella región, y lo peor de todo es que a fuerza de repetirlo, la mayoría de los catalanes parecen haberlo aceptado sin más. La solución al conflicto necesariamente será traumática, a no ser que se dé un repentino cambio de actitud de los políticos y esto, conforme avanza el tiempo, cada vez se hace más difícil.

La justicia es lenta en la investigación de los numerosos casos de corrupción que nos asolan, y es urgente que con su actuación los partidos políticos se “limpien” de personajes indeseables y asuman su obligación ejemplarizadora, porque a estas alturas de la película vemos que, a no se forzados por el frente judicial, la voluntad de regeneración interna de unos y otros es más bien escasa.

Muchas cosas nos quedan a ver en los próximos meses, por ejemplo a partir de que tasa de crecimiento del PIB somos capaces de crear empleo, hasta ahora lo hacíamos tímidamente superado el 2% y con fuerza desde el 3%, si conseguimos hacerlo con menor crecimiento será señal de que el aumento de productividad es sólido y de que las bases estructurales de nuestra economía están cambiando, pero será para ello preciso aumentar la formación de los trabajadores, lo que es difícil con una disminución de los presupuestos. Habrá que echarle imaginación a la cosa.

Siempre se ha dicho que la economía son expectativas, si estas son buenas la cosa va mejor, aunque no sepamos muy bien porque, pero es así. Las últimas encuestas en este sentido y los informes de las cadenas de venta minorista también muestran señales positivas. Esperemos que todo se confirme y que una vez superada la crisis, hayamos sido capaces todos, políticos, empresarios, trabajadores y familias, de no olvidar las lecciones recibidas.